Cerca de 300.000 alumnos españoles se enfrentan este año a la Prueba de Evaluación de Bachillerato para acceder a la Universidad (PEvAU) antiguamente conocida como Selectividad. Unas pruebas que durante esta primera quincena de junio cada comunidad autónoma la realizará en una fecha concreta. En el caso de Andalucía, los exámenes que conforman la prueba se realizarán los próximos días 11, 12 y 13 de este mes . Durante esos tres días, los estudiantes pondrán a prueba todos los conocimientos y habilidades adquiridas durante el segundo curso de Bachiller.

La mayoría de los aspirantes, coincide en que esta prueba se convierte en un aspecto decisivo para la trayectoria profesional que vayan a desarrollar a lo largo de sus vidas y que en ocasiones, sería necesario ampliar el tiempo de estudio y la dinámica preparatoria previa a estos exámenes. Estos miles de jóvenes españoles formarán parte del futuro laboral del país y en tan sólo unas horas, se jugarán una nota que les valdrá para aspirar o no a la carrera universitaria que deseen, disputándose los ansiados grados y becas para cursar durante el próximo curso.

La prueba de Selectividad consta de dos fases, una de Acceso o Fase I, y otra de Admisión o Fase II, en las que el alumno puede examinarse de aquellas optativas que haya escogido durante su itinerario. La primera de las fases otorga un total de hasta 10 puntos, y la segunda fase puede sumar hasta 4 puntos adicionales, con lo que el estudiante que se someta a las pruebas podrá obtener hasta un máximo de 14 puntos entre las dos.

Ellos mismos son conscientes del porcentaje de éxito y fracaso, del número de aprobados y suspensos y de la cantidad de compañeros que han logrado la deseada nota que les permite acceder a la rama elegida.

Respecto a esto, en España, el 47,39% de estudiantes acuden a la selectividad sin tener claro qué carrera universitaria escogerán, según la XIV Encuesta Tendencias Universitarias 2019 realizada por la Universidad Francisco de Vitoria a 2.952 estudiantes que, con un expediente de 9,80 de media, han cursado estudios en 4.000 colegios e institutos públicos y privados de toda España.

A esta incógnita se le suman aspectos como la capacidad para afrontar la PEvAU ya no sólo en cuento a preparación teórica se refiere sino emocionalmente. Para muchos de ellos, los dos años previos de formación a estos exámenes deberían estar conformados por una dinámica diferente donde prime «una educación emocional que les haga más fuerte frente a situaciones de tanta presión como a la que viviremos en los próximos días», señala José Páez, uno de los miles de alumnos malagueños que se presentan a la prueba de evaluación el próximo martes once de junio. A la dinámica actual, muchos de ellos implantarían más clases prácticas en todas las asignaturas que permitieran este tipo de programación, ya que para jóvenes como Julián Núñez, estas «suponen un acercamiento a la realidad actual a la que en un futuro nos enfrentaremos, ya que antes o después tendremos que poner en práctica lo estudiado».

En definitiva, para todos ellos la PEvAU no sólo se vive como un reto formativo esencial en sus vidas sino como «una paso más en su desarrollo personal».

JOSÉ PÁEZ. 18 años, Filosofía.

Este alumno del instituto Mare Nostrum de la capital, pensaba que la última etapa antes de la Universidad sería diferente no sólo en cuanto al temario, sino a la forma de preparación por parte de los profesores.

«A lo largo de los meses me he ido dando cuenta que no era como yo esperaba. La tensión es demasiada y pienso que esa misma presión que ejercen los docentes hacia nosotros, debería haber ido ligada a un enfoque más didáctico relacionado con cómo afrontar emocionalmente algo tan importante para nosotros como lo es la selectividad. Da la impresión de que en definitiva, parece que solamente somos exámenes y números». En su caso, decantarse por una carrera universitaria u otra le ha hecho enfrentarse a comentarios del tipo «eso no tiene salida», «allí sólo vais a fumar» o «la única salida es ser profesor». Para José, la sociedad todavía está «impregnada» de un clasismo en cuanto a la formación se refiere.

«Muchos piensan que sólo las carreras de ciencias son las que sirven, dando por hecho que las de letras no sirven para nada. Esto es un desprestigio, ya que ambas tienen la misma importancia. Ante ello, varias veces me he topado con personas que comentan que las Humanidades no tienen salida, profesores de la enseñanza pública que supuestamente tendrían que incentivar nuestras aspiraciones».

PILAR VALENCIA. 17 años, Ingeniería Robótica.

Esta alumna del bachillerato tecnológico del I.E.S. Litoral de la capital malagueña apuesta porque el temario y las horas lectivas se distribuyan de diferente forma para de ese modo poder estudiar «sin tanto agobios y con tiempo para descansar y retomar fuerzas».

Como Pilar, muchos estudiantes son conscientes del gran salto que supone segundo de bachillerato con respecto al primer curso y de lo que conlleva el tiempo de estudio. «El paso de un curso a otro y la materia de cada uno de ellos, se debería fraccionar o utilizar los dos cursos para la preparación pre-universitaria, ya que durante el segundo la duración del curso es menor y el número de exámenes y de temario, ya que estos casi han sido diarios».

A pesar de tener en mente estudiar Ingeniería Robótica, esta futura universitaria malagueña se ha visto bajo la presión del actual mercado laboral en el que tantos jóvenes con estudios superiores y grandes currículums académicos fracasan en la búsqueda de un puesto de trabajo. «Aunque yo me decantaba por la ingeniería, no he tenido claro hasta el último momento hacia qué especialidad decidirme y es por ello, que finalmente haya sido la Robótica, ya que dentro de este sector es la que más futuro laboral tiene y eso es importantísimo», asegura.

ALICIA CARRILLO. 17 años, Psicología.

Alicia Carrillo forma parte del selecto grupo de alumnos malagueños que cuenta con un expediente Matrícula de Honor por las calificaciones obtenidas durante el segundo curso de bachillerato. Esta estudiante de la rama de Ciencias de la Salud del Colegio San Bartolomé Salesianos de Málaga, se ha tomado esta última etapa con mucha tranquilidad. Para ella, «la organización es clave para afrontar esta etapa y sobre todo, los últimos días, ya que nos preparamos temas y preguntas muy concretas de cara a los exámenes».

A tan sólo un mes de elegir lo que podría ser su futuro profesional, aún no tiene claro qué estudiar. «Hay carreras como Medicina que a pesar de llamarme la atención, no me gustan lo suficiente y a pesar de las salidas que tiene. Sin embargo Psicología, a pesar de ser consciente de que no tiene tantas posibilidades, me siento preparada y con vocación para realizarla. Se estudie la carrera que se estudie, esta se debe elegir porque te llene personalmente y sientas que tienes vocación para ejercerla, porque por ejemplo, ¿qué es un médico o un maestro si no tiene vocación?».

Para Alicia, la orientación debería tomar más protagonismo en esta fase, podría ser «esencial para conocer en profundidad qué carreras escoger y sus resultados en el sistema laboral».

JULIÁN NÚÑEZ. 17 años, Ingeniería de Tecnologías Industriales.

Con tan sólo 17 años, Julián Núñez, estudiante del bachillerato tecnológico del Colegio San Bartolomé Salesianos de Málaga, tiene claro que la Ingeniería es su meta. En esta última etapa formativa antes de enfrentarse este 11 de junio a los exámenes que decidirán parte de su nota final para dar el salto al mundo universitario, Julián ha echado en falta más clases prácticas en las clases que puedan para aprender bajo otras dinámicas.

«Personalmente pienso que las horas prácticas son imprescindibles para decantarte por una carrera u otra, ya que te acercas mucho más a lo que realmente podría ser una jornada laboral en tu futuro. La teoría es esencial para el aprendizaje y la preparación frente a la prueba de la semana que viene, pero la práctica es un instrumento clave para nuestra decisión. En mi caso, gracias a este tipo de clases he tenido aún más claro que lo que quiero estudiar es alguna rama de la ingeniería». Para él, no sólo conforman «un espacio en el que desconectar sin dejar de aprender».

Ahora, a tan sólo unos días de la selectividad entre sus preocupaciones está el convertirse oficialmente en universitario y enfrentarse a un ritmo de estudio totalmente diferente al que durante años ha vivido. «En el instituto nuestro día a día pasa por tener siempre a un tutor pendiente de nosotros, ahora en la Universidad, eso será diferente y esa libertad también nos pondrá a prueba», afirma.

VICTORIA CORDERO. 18 años, Administración y Finanzas.

Tiene 18 años y está realizando el bachillerato de Ciencias Sociales en el Colegio de Nuestra Señora de la Victoria (Maristas) de Málaga capital. Para ella, es esencial el apoyo final que realizan los centros educativos durante los días previos a la prueba de acceso, «estas clases preparatorias me ayudan a afrontar de forma más segura los diferentes exámenes, ya no sólo por el repaso de temario que implican estas horas sino por el propio apoyo moral de los profesores del colegio. Para los alumnos es muy importante esa ayuda moral y ahora mismo, no me siento agobiada y pienso que puedo conseguirlo sin problemas».

«Desde mi punto de vista la seguridad es importante para afrontar estos días, pero no es el caso de muchos de mis compañeros, ya que algunos de ellos son conscientes de que los nervios, el estrés ante una prueba de la que depende el rumbo de nuestros próximos años y casi todo nuestra trayectoria laboral, puedan jugar una mala pasada», explica Victoria, en referencia a la importancia del apoyo moral y la seguridad frente a la selectividad.

Su meta tras esta evaluación es formar parte el próximo curso del doble grado impartido en la UMA sobre finanzas, contabilidad y administración de empresas. Para tomar esta decisión, se ha basado en una premisa, que la ha acompañado durante todo este curso: «No hay que estudiar algo sólo por la salidas, porque somos nosotros los que encontramos y forjamos esas salidas».