«Primero se escuchaban las explosiones y luego temblaba toda la casa. Así se han tirado dos meses todos los días: primero la explosión y luego el temblor, y eso que aquí los cimientos son buenos y luego hay una cadena. Esto tiene dos camiones de piedras y hormigón», detalla Juan Suárez, albañil y vecino de Colmenarejo que tiene el interior y el exterior de su casa surcada de grietas, incluido un muro de carga.

Para rematar la faena, debe tender la ropa dentro porque si la tiende fuera se impregna del olor a basura del vertedero de Los Ruices.

Aunque destaca que lleva mes y medio sin escuchar explosiones, la preocupación de Juan es grande porque en la casa viven tres personas, «pero aquí vienen mis nietos todos los fines de semana». Como la de Juan, unas 15 casas de Colmenarejo se han llenado de grietas a causa de los barrenos que ha empleado Los Ruices, denuncia la asociación de vecinos Don José Cañete Colmenarejo.

«En medio del vertedero hay una gran montaña que la están barrenando para coger tierra y enterrar la basura. El Ayuntamiento no ha comunicado nada a los vecinos, seguimos totalmente discriminados», lamenta José Ángel Moreno, presidente vecinal, que recuerda cómo un vecino que estudia de noche notó que se movían los cuadros de su casa, por las explosiones.

El dirigente vecinal cuenta que hace 22 años que el barrio de Colmenarejo, en el distrito de Campanillas, comparte vecindad con el vertedero de Los Ruices. «Pero al principio no se notaba, ahora se está acercando cada vez más. Estamos a unos 500 metros en línea recta», detalla, y señala un cerro, detrás del que se encuentra el vertedero municipal.

Al problema de las casas dañadas se suman los efectos que el mal olor causa en la salud de los vecinos, denuncia la asociación.

«Ahora mismo no huele pero a partir de las 8 ó 9 de la noche es insoportable. Exigimos que pusieran unos quemadores y hay uno funcionando nada más. En el momento en que los camiones empiezan a vaciar la basura esto es insoportable», destaca José Ángel Moreno.

A su lado está Carmela Fernández, presidenta vecinal de Campanillas, que destaca que el mal olor llega incluso a Campanillas cuando sopla el levante y pide al Ayuntamiento «que solucione el problema de una vez».

Respirar «veneno»

Que respirar junto a Los Ruices no es lo más recomendable lo sabe Encarna Toledo, una vecina que lleva 49 años viviendo en el barrio y que tiene a varios miembros de su familia usando areosoles. «Hasta mi nieto de ocho años... toda la familia estamos con problemas respiratorios. No podemos seguir respirando veneno», lamenta.

Juan Sánchez, su marido, tiene problemas para respirar porque, como explica, «de día uno lo cierra todo pero de noche abre uno las ventanas y si te pilla dormido te coge los bronquios».

Como subraya José Ángel Moreno, «si en el centro de salud se pide un informe de los pacientes de la zona, todos tiene aerosoles. Mis nietos están con aerosoles, igual que mi hija y mi mujer. Nuestra salud se la está cargando el vertedero. Es como si fuéramos detrás del camión de la basura y respiráramos ese olor».

Y junto al mal olor, los aerosoles y las grietas, los vecinos critican que las bolsas de plástico de Los Ruices continúan aterrizando en Colmenarejo. «El entonces concejal Raúl Jiménez se comprometió a poner una barrera de árboles y telas para evitar que pasaran las bolsas», comenta José Ángel. Pero como critican, el plástico sobrevuela el barrio y aterriza en las calles «como si fueran gaviotas». Por todo ello, la asociación reclama una solución urgente al Ayuntamiento o anuncia que los vecinos cortarán el paso de los camiones de Limasa como protesta.

La concejala de Servicios Operativos, Teresa Porras, respondió el pasado viernes a los vecinos que los barrenos dejaron de emplearse en febrero. Además, les invitó a que escriban una carta a Limasa y pidan una reunión en la que serán atendidos.