Parece que fue en el siglo XIX cuando a los barceloneses les dio por los nombres bíblicos y surgieron zonas de la ciudad con nombres como el Monte Carmelo (donde se encuentra el Parque Güell), el Valle de Hebrón o el Monte Tibidabo, que une dos palabras latinas y vendría a ser el monte del 'Te daré', en recuerdo de todo lo que el Diablo pensaba darle a Jesús si se pasaba a su bando (por suerte, declinó).

En Málaga nuestra particular meseta, que no monte, del Tibidabo bien podría ser la que se asoma al arroyo de la Rebanadilla y al valle del Guadalhorce en las alturas de Campanillas.

La urbanización de la calle Jacob, la de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, puso a un tiro de piedra de los paseantes un tramo cubierto de un canal de riego, propiedad de la Junta, que hasta entonces se encontraba en las afueras.

Hablamos de una zona por la que el autor de estas líneas se paseó hace bien poco, a comienzos de mayo, y regresa, no porque lo haga a ningún lugar del crimen, sino porque, avisado por un atento vecino, ha podido comprobar una esperanzadora mejoría.

Porque si hace poco más de un mes el paseo había sido tomado y ensuciado para hacer botellón y sobraban sillas, latas, botellas y suciedades varias, en esta ocasión lucía como recién estrenado.

El responsable de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez del Álamo, confirmaba ayer a esta sección que el Ayuntamiento había arreglado el entorno -que es municipal- aunque todavía faltaban más mejoras.

Y así es, la mejoras están y este privilegiado mirador puede ser disfrutado sin la presencia incordiante de basura. En el mes de la siega la maleza ha sido segada, los bancos aparecen con todo su entorno inmaculado y hasta los dos alhaurines y Cártama parecen desde el mirador pueblos nuevos.

Lo único que escapa al estreno es un destartalado cartel publicitario de gran tamaño, del que sólo quedan unos cachos. Oxidado y olvidado, se trata del anuncio de una promotora inmobiliaria, especializada en VPO, que fue duramente azotada por la crisis y que quizás ni siga entre los vivos.

Gusta el Ayuntamiento de mantener el máximo tiempo posible estos 'cadáveres publicitarios' en la vía pública, incluidos los anuncios de sus propias obras, como hace poco vimos en Pinosol.

Si se remangara, se pusiera a la acción y consiguiera que un chatarrero se llevara lo que queda del anuncio, dejaría este mirador de Campanillas, este Tibidabo malaguita, como los chorros del oro. Felicidades al Consistorio por estas mejoras y ahora, a mandar el anuncio a tomar viento a La Farola (en sentido figurado).

El mundo al revés

El sábado, un veterano pasajero del AVE Málaga-Madrid del 'vagón del silencio' tuvo que mandar callar a un grupo de parlanchines turistas alemanes. Para que luego nos agarremos a los tópicos...