En el siglo XVIII los dueños de una inmensa mansión inglesa en la costa de Norkfolk llamada Holkham Hall recibieron un pedido de porcelana desde Italia. Como entonces no existía el papel de burbujas de plástico, los comerciantes italianos protegieron la mercancía con bellotas.

En lugar de dárselas a los cerdos, el agrónomo encargado pidió a sus trabajadores que las plantaran por toda la finca.

El invento funcionó porque en veinte años se plantaron más de dos millones de árboles en las 290 hectáreas de la finca (suponemos que comprarían más bellotas y no solo aprovecharían las de Italia).

Tan fastuosa pantalla vegetal, formada por encinas pero también por pinos, protegió a los dueños de la hacienda de los gélidos vientos del Mar del Norte y hoy es un enorme atractivo turístico asomado a una playa bella e indómita.

Causa admiración y envidia esta dieciochesca pantalla vegetal, en comparación con los cuatro arbustos mustios que jalonan el cerro que separa Colmenarejo del vertedero de Los Ruices.

La pasada semana conocimos por La Opinión que continúan los pesares de los vecinos de este barrio de Campanillas, que parece azotado por un mal anunciado en la Biblia como son los olores fétidos. La vecindad con Los Ruices está ahí, el vertedero ha ido avanzando y el hedor a basura llama a las puertas y ventanas de los vecinos todas las noches.

Hace unos años, el autor de estas líneas subió con los vecinos al cerro de la discordia para constatar la existencia de una modestísima línea Maginot de la basura, una valla que trataba de frenar el voleteo de los plásticos que escapan de Los Ruices. Los vecinos de Colmenarejo comparan las bolsas que sobrevuelan el barrio con gaviotas, un pájaro muy afín a los desperdicios.

Para aminorar los vuelos nocturnos, el entonces concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez, prometió a los vecinos que el Ayuntamiento instalaría uan pantalla vegetal, si no con la ambición de miras de la finca de Holkham Hall, sí al menos para que sirviera de freno de los plásticos.

La pantalla es lo más parecido a una hilera de árboles de los clics de Famobil, da la impresión de que los vientos han tronchado la mayoría y sólo queda una hilera de arbustos con más moral que el Alcoyano. Para más inri, está en un sitio bastante puñetero, que implica bastante ejercicio hasta coronar la cima, así que no sería ninguna sorpresa si estas plantas tuvieron un primer riego y adiós muy buenas.

La asociación de vecinos Don José Cañete de Colmenarejo ha invitado al actual alcalde en funciones a pasar una semana de vacaciones en el barrio. Hasta la fecha no ha aceptado pero si lo hiciera, sería de bien nacidos recomendarle una mascarilla. Lo dicho, ni una pantalla vegetal en condiciones tienen en Colmenarejo para defenderse de las basuras volantes.