Sin sorpresas en la Diputación Provincial. Lo anunció el portavoz de Ciudadanos (Cs) en Málaga, Carlos Hernández White, en la valoración que hizo su partido sobre los resultados de las locales. El acuerdo entre el PP y Cs para la institución provincial era el más obvio de todos. Este miércoles por la tarde llegó la certeza oficial, cuando ambas formaciones, en sendos comunicados, informaron de que se había llegado a un acuerdo definitivo. En este caso, la Diputación tendrá un gobierno de coalición entre el PP y Cs. A diferencia de 2015, los naranja entrarán en el gobierno y no se limitarán a prestar apoyo en la investidura. Esa fórmula fue la empleada en 2015, cuando se hizo presidente a Elías Bendodo. Una prueba más de que la relación entre ambos partidos se va intensificando. Cuando Cs irrumpió en escena, Bendodo acostumbraba a decir que ambos actores estarían «condenados a entenderse». Esa condena, de momento, está dando buenos réditos al PP.

Los comunicados, muy escuetos ambos, no hacen mención alguna a un posible reparto de áreas en el futuro gobierno de coalición. Esa parte queda ahora relegada a futuras negociaciones. De entrada, no habrá prisas. Menos, cuando el recurso que ha interpuesto el PP en Riogordo para contabilizar de nuevo los votos de las elecciones locales retrasará la constitución de la Diputación.

Francisco Salado volverá a ocupar el despacho presidencial. Su nombre no viene especificado en la información oficial remitida, pero sí ha sido ratificado por fuentes directas del PP de Málaga. Salado tendrá así la oportunidad de imprimir su estampa desde el minuto cero y abrir una legislatura bajo su liderazgo. Su primer capítulo como presidente vino precedida por la marcha de Bendodo a la Junta de Andalucía. Salado volverá a tener funciones por partida doble. Seguirá compaginando la Diputación con su función como alcalde de Rincón de la Victoria. En el municipio de la Axarquía también se llegó a un acuerdo entre el PP y Cs, al que se sumará Por mi Pueblo.

Sobre el resto del puzle municipal, PP y Cs quieren extender su alianza como una mancha de aceite. Sendos comunicados fijan también un acuerdo de gobernabilidad para «un amplio número de municipios de Andalucía». Aunque sin ofrecer una concreción sobre las plazas aún en juego en la provincia. Ambos partidos «han alcanzado un acuerdo de gobernabilidad para un importante número de municipios andaluces donde estas dos formaciones pueden formar gobierno», reza el mismo. Con el pleno de constitución pospuesto en Mijas, las únicas dudas que quedan por despejar están en Málaga capital y en Torremolinos. Aunque no se den certezas absolutas, queda reflejada cuál es la voluntad de los dirigentes del PP y Cs.

Capital

El Ayuntamiento de Málaga y Francisco de la Torre siguen disfrutando de una aparente normalidad. El de este jueves fue un día más, cargado de actos públicos o institucionales. El alcalde no despeja su agenda ni estando en funciones. Por la mañana, De la Torre recibió a varios equipos deportivos de la ciudad y les brindó un homenaje en el Salón de Espejos. Esta imagen de rutina idílica se estrella, sin embargo, contra la realidad y las propias circunstancias del momento político. Porque el de ayer fue un día más para la agenda de De la Torre, pero también fue otra jornada en la que apenas se avanzó en el ansiado acuerdo para cerrar un gobierno de coalición entre el PP y Ciudadanos (Cs). Al menos, en los niveles más palpables para la opinión pública. La urgencia de los plazos empieza a apretar cada vez más. La capital está a 24 horas de que se celebre el decisivo pleno de constitución para refrendar a la figura del alcalde y del que debe salir la configuración y el color político del próximo gobierno municipal. El mismo tiempo que le queda a De la Torre para llegar al sábado con un acuerdo firmado con el portavoz de Cs, Juan Cassá, en el que se certifique sobre grandes letras de molde que Málaga tendrá una coalición PP-Cs. Es el escenario que, a priori, garantiza más estabilidad para los próximos cuatro años y que evitaría a los populares tener que afrontar cada votación o moción estando, de entrada, en minoría. Y De la Torre volvió a presionar en esta dirección, apelando a argumentos como el «sentido común» y la «responsabilidad de ambas partes». Considera como «lógico» llegar al pleno de constitución con las piezas del puzle encajadas.

El alcalde en funciones ofreció su conocido decálogo ante los numerosos periodistas que hicieron guardia para interceptarle a la terminación del mencionado acto. Una estampa habitual en estos últimos días, una vez que se ha convertido en la única manera de obtener cierta información por canales oficiales. El cierre de todas las líneas y la discreción con la que el PP y Cs están llevando las negociaciones en la capital, sumado a que el grueso de la negociación está discurriendo en Sevilla, está alimentando las especulaciones de todo tipo.

La mayor inquietud que existe ahora mismo en el PP a nivel municipal es llegar al sábado con todo en el aire. La probabilidad de que Cassá haga alcalde al socialista Daniel Pérez sólo se contempla como una posibilidad teórica, más cercana a lo utópico. Lo que sí contempla De la Torre es que tenga que verse obligado a empezar su nuevo mandato en minoría. Una posibilidad que deslizó ayer por primera vez, al señalar que «también está la opción de gobernar en solitario». Cualquiera que conozca livianamente el carácter de De la Torre, sabe que rehuye de las incertidumbres. No le beneficia, no obstante, su intransigencia en algunas de las exigencias puestas sobre la mesa por Cs, como el concurso público para la gerencia de Urbanismo. Así se recordó este jueves en el propio entorno de Cassá.