El abuelo del profesor Rubén Balane hablaba en español, su padre ya era bilingüe (español-inglés) y él se educó en inglés.

Pese a ello, este catedrático de Derecho Civil en la Universidad jesuita Ateneo de Manila recuerda que lleva el nombre de Rubén, en honor a Rubén Darío y recita a la perfección unos versos del poeta nicaragüense, porque habla un espléndido español.

El viernes, por cierto, visitó la casa que el poeta ocupó en la calle Fernando Camino durante su visita a Málaga en 1904.

Por otro lado, es uno de los expertos que con más tesón reivindica las raíces españolas en Filipinas, que no sólo permanecen en muchas palabras de las diferentes lenguas del país (mesa, silla, cuchara...), en la religión católica o en bailes tan filipinos como la jota o la malagueña, sino con especial relevancia en el derecho privado.

«El Código Civil español estuvo vigente en Filipinas hasta 1950, pero el que lo sustituyó, en realidad es una traducción al inglés del Código Civil español», sonríe. También explica que aunque el Código Penal español se sustituyó en 1932, en caso de discrepancia a la hora de interpretar un texto se sigue acudiendo a la norma española. En cuanto al Código de Comercio español, «parte de él sigue en vigor, como el contrato de transporte marítimo o el de transporte internacional».

El profesor Balane visita Málaga porque ayer asistió en el Rectorado al Día de la Amistad Hispano-Filipina, organizado por el Vicerrectorado de Internacionalización y la Facultad de Derecho de la UMA. Ya en 1979, recién nombrado catedrático, quiso que su primera lección versara sobre los antecedentes españoles del Código Civil filipino, porque como resalta, mientras el derecho público en su país tiene una clara raíz anglosajona, por la influencia de Estados Unidos, el privado es de profunda raíz española, «y este derecho afecta a los aspectos más básicos de la vida: el matrimonio, la familia, la propiedad, la herencia... y como abogados redactamos borradores de contratos todos los días».

Rubén Balane lamenta que esta herencia española no se conozca mucho en su país y que los estudiantes filipinos, a la hora de seguir formándose, marchen a universidades norteamericanas. Pero algo está cambiando gracias a la Universidad de Málaga, que ofrece la oportunidad a estudiantes filipinos, a través de una beca Erasmus, de estudiar créditos en la Facultad de Derecho. Como explica el catedrático, en la actualidad hay una primera hornada de diez estudiantes filipinos estudiando en inglés en la UMA y a su vez, en los últimos tres años diez estudiantes de la UMA han estudiado en la Universidad Ateneo de Manila.

«La presencia de estudiantes españoles en el Ateneo de Manila tiene un efecto muy saludable porque ven que hay oportunidades y unos lazos entre el Derecho de Filipinas y el de España», destaca.

José Manuel de Torres, profesor de Derecho Civil de la UMA, uno de los promotores del Día de Amistad Hispano-Filipina, está convencido de que este intercambio de estudiantes de los dos países creará «un efecto dominó y es algo en lo que la Universidad de Málaga debe pensar». La historia común regresa a través del Derecho.