El presidente de la Autoridad Portuaria de Málaga, Carlos Rubio, fue claro al afirmar ayer que Málaga y otros puertos andaluces no pueden quedarse al margen de los grandes corredores ferroviarios, fundamentalmente el Central y el Mediterráneo. Precisamente, en este último se ha avanzado mucho gracias a la presión de los empresarios del Levante español y, hasta Valencia, parece que la infraestructura avanza a buen ritmo, pero no ocurre lo mismo en la mitad sur del país.

Los puertos de Málaga y Algeciras «tienen su salida natural en el Corredor Central» y ello podría subsanarse con inversiones poco costosas que, sin embargo, se han retrasado. «Hay un riesgo de que los puertos andaluces se vean secados», dijo, para pedir a la Junta que tenga presente que el futuro pasa por una buena conexión ferroviaria. También reclamó que las asociaciones empresariales andaluzas exijan que la región «no quede al margen de los corredores», al igual que se lo había pedido a la comunidad autónoma.

En su opinión, el Corredor Central ya está «a nuestra disposición, porque es de ancho ibérico y el tráfico de pasajeros se ha desviado al AVE; esa línea está para mercancías, y con pocas inversiones nos daría un rendimiento excelente», precisó, para expresar su creencia en relación a que el Ministerio de Fomento no «prioriza el Corredor Central». A través de esta línea, los puertos de Algeciras y Málaga podrían unirse con Madrid y Zaragoza y, desde ahí, a Europa. Destacó que hay un gran tráfico marítimo, por ejemplo, entre el puerto de Valencia y el de Lisboa, por lo que, insistió, hay un «gran riesgo de que los puertos andaluces se vean secados».

Antes también habló de esta materia, en el sentido de que el futuro de las comunicaciones, reflexionó, pasa por la operatividad de la intermodalidad en el transporte. Una de las debilidades del recinto portuario malagueño es, precisamente, que la conexión ferroviaria que va de Los Prados a María Zambrano, la estación de la ciudad, está ocupada por los trenes que hacen su ruta en las líneas de Cercanías, por lo que cuando estas máquinas funcionan, no se pueden usar las vías; cuando no lo hacen, hay que trabajar en su mantenimiento, «son ventanas de utilización muy pequeñas», además de recordar de que, desde María Zambrano al puerto las vías no están soterradas, causando una gran afección a la ciudad.

Y todo ello ocurre en un contexto en el que la competencia en el tráfico de mercancías es feroz en otros puertos, no sólo españoles, sino también en los grandes recintos que ya existen, como Tánger 1, o los que se van a lanzar, Tánger 2 o Nador West. Ya en 2011, cuando se supo que Málaga no iba a formar parte del Corredor Ferroviario del Mediterráneo, en la provincia arreciaron las críticas de empresarios y representantes políticos e institucionales, pero parece que las inversiones que habrían de traerlo hasta Sevilla llegan con cuentagotas y la prioridad absoluta se da en la Comunidad Valenciana y Cataluña.