Sin desmerecer a Montaigne, el famoso autor de los ensayos los escribía de noche, después de cenar, encerrado en su biblioteca, en unos tiempos en los que no había campeonatos de fútbol ni islas con famosos, lo que sin duda aumentó su capacidad de concentración y agudeza.

En uno de sus primeros ensayos el genio francés anima a ser constantes para así soportar mejor las desventuras sin remedio.

Si seguimos el consejo de Michel de Montaigne, los malagueños que a diario cruzan a pie los casi 200 metros del túnel de la Alcazaba, deben perseverar en su acción, aunque en sus adentros se acuerden de todo el elenco familiar y de los compañeros de partido de nuestros cargos públicos que, queda constatado, atraviesan el túnel con tanta frecuencia como el cometa Halley por nuestros cielos.

Pues si nuestro alcalde y los concejales lo atravesaran con más frecuencia (a pie, no en coche, claro), hace muchos años que el problema se habría solucionado.

Hablamos, claro, de la falta de insonorización del túnel de la Alcazaba, lo único que se dejó 'para después', por falta de presupuesto. El pasado domingo, con motivo de los veinte años de su conclusión, el codirector de las obras del túnel, el ingeniero técnico y académico de Ciencias Manuel Olmedo, llamaba la atención en este periódico sobre esta asignatura pendiente desde hace dos décadas.

¿Le terminarán cogiendo el gusto nuestros políticos a las obras inconclusas y harán lo mismo que con la Catedral: dejarán en túnel en eterno barbecho?

Todo apunta a que el cuajo administrativo y el que no lo pateen lo suficiente es la conjunción perfecta para que, hasta la fecha, no se vea insonorización alguna.

Por el camino, eso sí, todos los partidos votaron hace años que algo había que hacer, porque un informe sobre el ruido en 2016 resultaba demoledor: El túnel nos deja un regalito para los oídos de unos 86 decibelios, aunque puede llegar a alcanzar los 100, cuando la Organización Mundial de la Salud señala que el límite aconsejable durante el día es de 65 decibelios.

En resumidas cuentas, el túnel de la Alcazaba es una encomiable obra de ingeniería, muy necesaria para Málaga porque ha permitido peatonalizar la calle Alcazabilla y mejorado las comunicaciones, pero es perjudicial para la salud.

Pero mientras demostramos una constancia sin altibajos y cruzamos la irremediable caja de resonancia del túnel, también hay que señalar que hay motivos para la esperanza: en septiembre pasado, el Ayuntamiento sacó a licitación las obras para insonorizar la bullanguera infraestructura por casi 150.000 euros. Eso sí, en diciembre informó de que la convocatoria había quedado desierta. Lo dicho, y ahí está Montaigne para corroborarlo: sigamos siendo constantes pese a la adversidad, incluida la Gerencia de Urbanismo. Ánimo.