El 10 de mayo del lejano año de 1491, el Cabildo Municipal de Málaga acordó que se comprara «un arca grande en la cual se pongan tres cerraduras e se guarnezca de hierro para en que estén los privilegios y escrituras de la ciudad».

Este arca con tres cerraduras y tres llaves puede considerarse el origen del Archivo Municipal de Málaga que, 528 años más tarde, se precia de tener una valiosa colección de documentos, fotografías y libros, muchos de ellos relacionados con la vecindad de Málaga con el Mediterráneo.

Es lo que muestra la archivera municipal Maribel Vila en su último trabajo, publicado en la revista Cuadernos del Rebalaje, que edita la Asociación de Amigos de la Barca de Jábega y que se presentó hace unos días en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento. Se trata de un número, el 46, con prólogo de Siro Villas Tinoco y obra artística de José Luis Pegüi en el que no participa Felipe Foj, tradicional responsable de la revista y primer presidente de la ABJ, por haber abandonado la asociación.

En cuanto a El mar en el fondo documental del Archivo Municipal de Málaga, título de la obra, es un paseo por las procelosas estanterías de la sede de la Alameda Principal, 23 para descubrir, por ejemplo, las primeras referencias, allá por el siglo XV, a las Atarazanas, que inicialmente fueron construidas como astilleros junto a la playa, aunque con el tiempo cambiaran de función.

Como destaca Maribel Vila, la importancia del mar en la marcha de la ciudad en esos inicios de la Málaga cristiana puede comprobarse en la existencia de un ‘alcaide del mar’, una suerte de inspector portuario que informaba al Cabildo de las mercancías y barcos que arribaban al puerto. A la luz de los legajos, la relevancia del mar queda evidenciada por esa calle Larios del siglo XVI, la vía que en un año tan temprano como 1491 conectó la Plaza Mayor (hoy de la Constitución) con Puerta del Mar, para potenciar el comercio marítimo. Esa calle, pese al tiempo transcurrido, todavía se llama la calle Nueva.

Otro documento trascendental es la Real Provisión de Felipe II del 21 de enero de 1586 que autoriza la construcción del puerto de Málaga.

No falta tampoco la referencia a un pavoroso maremoto en 1632. Y algo tan valioso como hermoso, que conserva el Archivo Municipal es el grabado que recoge la batalla naval entre las flotas hispanofrancesa y angloholandesa, en la Bahía de Málaga, el 4 de agosto de 1704, en plena Guerra de Sucesión.

El barco de la salud

Por cierto que un capítulo importante para mantener a raya las epidemias era el que prestaba el ‘barco de la salud’, que inspeccionaba los barcos que iban a atracar en Málaga. Para asegurarse de que no había ni sombra de contagio, los barcos debían mostrar la ‘patente de sanidad’, expedida en el puerto de salida, que garantizaba que no habría problemas para los malagueños si la tripulación desembarcaba.

Y claro, la construcción del Parque de Málaga, en terrenos ganados al mar, está más que registrada en la sede de la Alameda Principal.

Con respecto a la parte gráfica, aparte de grabados como el mencionado de la batalla naval, hay innumerables planos con la fachada marítima de Málaga, entre los que destaca el gran ‘plano de la ciudad y puerto de Málaga’ realizado por Joseph Carrión de Mula en 1791, de enorme valor histórico y que es la portada elegida para este trabajo.

También conserva acuarelas y un auténtico ‘mar’ de fotografías (en total, y no solo relacionadas con el mar, hay unas 15.000), como las que recogen el famoso naufragio del buque escuela prusiano ‘Gneisenau’ el 16 de diciembre de 1900 o los estragos de la ‘riá’ de 1907. Además, tiene el Archivo Municipal unas 80 vistas aéreas de Málaga y espléndidas fotos que recogen la actividad portuaria, así como otras que permiten recoger la evolución de la fachada marítima de la ciudad.

En suma, el trabajo de Maribel Vila evidencia un Archivo Municipal asomado al mar a lo largo de su larga historia.