Ayer hablamos de la precaria situación del mirador de Gibralfaro, una precariedad que, al menos a ojos del firmante, se perpetúa desde hace demasiados años porque, por lo menos desde hace dos décadas, las que lleva este periódico, un servidor nunca ha visto este privilegiado espacio, este balcón de Málaga para turistas, en un estado aceptable de limpieza.

Ya comentamos ayer la proliferación de pintadas en el hito de piedra que es aprovechado para dejar constancia de las visitas, pero también de los adhesivos que, para eso están, se adhieren a la barandilla; de lo poco recomendable que resulta asomarse a una baranda con muchos tramos oxidados o de la presencia cutre de candados del amor (confiemos en que, por lo menos, las parejas no lancen las llaves monte abajo para sellar la unión).

A este problema había que añadir la presencia, absolutamente simbólica, de un cacharro que en su día acogió algún binocular o telescopio, de esos que funcionan con monedas. La curiosidad por la persistencia de este abandonado pie que nada sujeta ha llevado a un servidor a rebuscar en el archivo fotográfico del periódico para calcular cuánto tiempo lleva abandonado.

Y lo que ha localizado es una foto de 2002, de hace 17 años, en la que el instrumento mostraba idéntica orfandad, porque le faltaba, como en 2019, la parte de arriba. De 2003 hay otra vista con el cacharro también huérfano y luego, en sendas fotos de 2013 y 2018 tampoco hay rastro del binocular.

¿Significa esto que el telescopio se ha repuesto alguna vez en los años que faltan?, pudiera ser, pero disculpen si el firmante lo duda mucho.

Sobre todo porque, si comparan la foto de hoy, tomada en 2002, con la aparecida ayer, tomada hace unos días, constatarán que la base del binocular luce en la parte baja el asomo de una pintada en forma de flecha blanca, y la dichosa flecha aparece en la foto tomada 17 años atrás.

¿De verdad repusieron el aparato y no aprovecharon para darle una manita de pintura para que recuperara un aspecto decente? Todo apunta a un abandono de Récord Guinness y ojalá que no sea así. Además, ya se puede pasear por las recién estrenadas sendas del monte, limpias y bien trazadas, que animan a cualquiera a tirar monte arriba desde la misma calle Agua, el barrio de Pinosol o la calle Mundo Nuevo.

Lo que sigue desentonando es el mirador. A ver si alguien repone o elimina este cacharro sin uso y descabezado que tanto simboliza el inexplicable abandono de este gran punto turístico.

Lección playera

La Asociación de Vecinos del Palo ha dado una exitosa lección de civismo con su campaña durante la Noche de San Juan, con el reparto de doscientas bolsas de basura a los usuarios para que la playa no terminara hecha un vertedero. El resultado saltó a la vista en la mañana de San Juan.