Cuando la Fundación Málaga nació hace más de quince años para impulsar iniciativas culturales de la ciudad no imaginaba que la ciudad estaba a punto de experimentar una importante transformación en este ámbito, hasta ser reconocida a nivel internacional como uno de los referentes en este ámbito. La ciudad del paraíso, como la llamó el poeta y enamorado de esta tierra, Vicente Aleixandre, ha experimentado un profundo cambio a varios niveles: economía, creación de empresas, turismo y, muy especialmente, en materia cultural. Esta última se ha convertido en un motor para la ciudad a nivel de economía, creación de empresas y turismo. No obstante, la cultura necesita de una gestión moderna, de implicación y, sobre todo, de financiación.

La Fundación Málaga fue creada en 2002 como fruto de la colaboración público-privada. Desde entonces ha impulsado multitud de proyectos en el ámbito de las artes escénicas, la literatura, la conservación del patrimonio o las artes plásticas, todo ello basándose en el mecenazgo como eje principal. Es por este motivo que pone el acento en la importancia de la alianza entre el mundo del arte y la cultura, la empresa privada y las instituciones públicas. Esto lo consigue gracias a los acuerdos logrados desde su nacimiento con instituciones públicas como el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación, así como empresas privadas comprometidas con el desarrollo cultural y artístico de la ciudad, entre las que se encuentran Mayoral, Myramar, Sando, FYM Heidelberg Cement, Edipsa y La Caixa

En su haber destacan proyectos como la restauración del telón de boca del Teatro Cervantes, becas a talentos como el violinista Jesús Reina y la bailarina Irene Estévez para desarrollar su formación en el ámbito internacional, más de cien libros editados, certámenes de premios para impulsar la investigación o la creación literaria, así como la financiación, organización y colaboración en cientos de proyectos y eventos culturales. Y todo ello gracias a la implicación de ciertas empresas que va más allá de la economía, trascendiendo a la sociedad y a la evolución de esta.

Tal y como defiende su presidente, Juan Cobalea, las alianzas en pro de la cultura son intercambios en ambas direcciones, en el sentido de que la cultura tiene una enorme capacidad como elemento de innovación, de integración y de transformación social. Es por ello que, sostiene, «la llamada de la cultura a la puerta de la empresa debe ser atendida», pues las empresas ganan no solo en reputación, sino que con su apoyo contribuyen también al avance de la sociedad, a elevar los niveles de calidad de vida y conseguir una mayor cohesión social.