Si el pasado 27 de junio, vecinas de Dos Hermanas criticaban en La Opinión el año de obras que llevan soportando para instalar un ascensor costeado al 50 por ciento por el Instituto Municipal de la Vivienda -y el resto por los propietarios-, la queja se repite casi idéntica en un bloque de tres plantas del Centro, en este caso en el número 4 de la calle Pozos Dulces.

«Empezaron el verano del año pasado, venían poco tiempo y paraban. Los parones han sido de dos o tres meses», lamenta Soledad Aguirre, hija de una de las propietarias, que tiene 91 años. A la vista de la tardanza, ha optado por llevarse a su madre a su casa, «porque no puedo dejar que suba sola y está todo intransitable».

Peor ha sido el caso de Concha Pérez, cuyo padre, de 95 años, uno de los vecinos, llegó a comentarle al técnico de la empresa instaladora «que sólo quería bajar a la calle a tomarse un chocolate con churros, porque arriba a su casa se los traían pero no sabía igual».

El padre de Concha, que necesitaba una silla de ruedas para desplazarse, falleció el 30 de enero sin ver la obra concluida. También la madre de Concha, de 88 años, murió el pasado sábado sin poder disfrutar de este ascensor 'imposible'. En el bloque, que continúa todo habitado, hay además una vecina con discapacidad.

Las obras están presupuestadas en 66.000 euros, de los que 33.000 han tenido que pagar los vecinos, a 10.530 euros por piso. «Mi padre era pensionista de pensión mínima, ha habido que ayudarle entre todos porque 10.530 euros no los tiene un abuelete normal y corriente», cuenta Concha Pérez.

Tan importante desembolso económico no se ha visto correspondido con una duración normal de la obra.

Para más inri, aparecieron unos restos arqueológicos y hubo que respetarlos subiendo la estructura del ascensor 15 centímetros, lo que ha obligado a hacer una rampa en el portal y eliminar dos peldaños de escalera.

En todo caso, tanto Soledad Aguirre como Concha Pérez ven sin justificación que, un año después de empezar los trabajos, el ascensor no esté listo.

De hecho, como la subvención del IMV llegó en septiembre de 2017 y la obra no comenzó hasta el verano de 2018, los vecinos llegaron a plantear al Ayuntamiento «que nos devolvieran el dinero, para buscarnos una empresa externa que en vez de ascensor pusiera un montacargas; pero nos dijeron que ese dinero ya estaba empleado en pedir la licencia de obras», destaca Concha Pérez.

Octubre o noviembre

Hace unos días, responsables municipales se reunieron con los vecinos del bloque para asegurarles que las obras del ascensor estarían listas «a final de octubre o como mucho, a primeros de noviembre», cuenta Concha Pérez.

«El Ayuntamiento ha hecho un concurso para elegir una empresa sin pedir opinión a los vecinos y son ellos los que tienen que apretar a la empresa», añade.

Los vecinos también han transmitido al Consistorio que si las obras no terminan en ese plazo de octubre-noviembre, le pedirán daños y perjuicios.

Fuentes de la Gerencia de Urbanismo informaron ayer a este periódico de que el ascensor llegaría a primeros de agosto para la instalación.