Va a ser la legislatura de la lucha contra la despoblación y, quizás por ello, por el contenido social de los cometidos que le aguardan al presidente de la Diputación, Francisco Salado, no le quedó otra que transitar desde lo humano hasta lo divino. En el epílogo de su discurso de investidura, el también alcalde de Rincón de la Victoria echó mano de efemérides y casualidades para casar momentos que no olvidará en su vida. No en vano, rememoró que el 2 de febrero, cuando tomó posesión tras la marcha a Sevilla de Elías Bendodo; era el día de la Virgen de la Candelaria, patrona de Benagalbón, su núcleo poblacional natal. Y, con la feliz resaca del día grande rinconero aún metida en el cuerpo, también se congratuló que una jornada después de la procesión de la Virgen del Carmen haya sido elegido para llevar los designios de la provincia durante los próximos cuatro años. De ahí que se encomendara con todas las de la ley a esa imagen que tanto veneran los pescadores de cierto pueblo con mar, ya ciudad, que responde al nombre de Rincón de la Victoria.

De este modo, Salado miró al cielo y al mar tras haber pisado tierra firme en situaciones como la que le llevó a presentar como vicepresidente primero de su Gobierno a Juan Carlos Maldonado, cuando minutos antes ni el político de Cs admitía que iba a ser el vicepresidente dada la orden de partido que dejará para el posterior pleno organizativo el reparto de funciones entre él y Juan Cassá. Eso sí, su nombramiento generó el comentario de que cómo el mismo que 'regalaba' al PSOE de Josele González -presente ayer en Diputación- la alcaldía en Mijas, iba a servir como vicepresidente a un Gobierno con el PP.

Aparte de la presencia lógica del anterior mandamás del ente provincial, Elías Bendodo, también se dieron cita otros expresidentes de etapas más lejanas en la institución como los socialistas Antonio Maldonado y José María Ruiz Povedano y el popular Luis Vázquez Alfarache. A Bendodo se le vio, precisamente, en primera fila sentado junto al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.

Se dieron cita, igualmente, en la sesión plenaria las delegadas en la provincia del Gobierno central y del Ejecutivo andaluz, María Gámez (PSOE) y Patricia Navarro (PP), respectivamente. Cada partido con representación contó entre el público con dirigentes históricos o actuales. La dirigente a nivel andaluz de Ciudadanos Mar Hormigo fue uno de estos casos, mientras que del PSOE asistió, por ejemplo, Miguel Ángel Heredia, o por Izquierda Unida hizo acto de presencia su ex coordinador provincial José Antonio Castro.

Otro de los acompañantes del mundo de la política fue el recientemente nombrado presidente de la Diputación de Almería, el popular Javier Aureliano García, cuyo nombre le recordaba a los más ocurrentes al de un personaje de la novela de Gabriel García Marquez Cien años de soledad.

Hubo, además, anécdotas anónimas y de autor. Entre las primeras, destacó aquella en la que, durante la lectura de todos los votos depositados en la urna para elegir presidente, la incombustible diputada provincial socialista de Fuengirola Emilia Mañas hacía honor a su condición de miembro de la mesa de edad y tras leer varios 'José Bernal Gutiérrez' pronunció un 'Pepe Bernal' a secas. El cariñoso apelativo había sido escrito por algún integrante de la bancada del PSOE para referirse al exalcalde de Marbella y recién estrenado líder de la oposición en Diputación.

Y entre las de autor, llamaron la atención los méritos que hizo el portavoz del PP en el ente, Fran Oblaré, para pasar a la historia de este insulso pleno como su hombre-anécdota. Primero, apostó por hacer su intervención sin su discurso y desde la graduación en primaria de uno de sus hijos varió hasta una cita final del malogrado rockero Jim Morrison que apelaba a la libertad.

Luego, cuando a Oblaré le tocó depositar su voto también creó un sonoro murmullo con el que se corroboró que todo lo que le rodeaba a él era lo único que se acercaba a alterar ligeramente el orden de los factores establecido. De hecho, fue una sesión de investidura que se ajustó a lo previsto bastante por encima de la media de sobresaltos con los que la clase política actual suele aliñar sus saraos.