El abigarrado urbanismo de una parte importante de la Carretera de Cádiz hizo un simbólico alto en el camino en Puerta Blanca.

En estos antiguos terrenos de caña de azúcar junto al carril que conducía al Cortijo del Pato, entre 1966 y 1972 la inmobiliaria Litos levantó un insólito barrio con nueve mil metros cuadrados de zonas verdes. Aunque la quiebra de la promotora dejara muchos planes pendientes, el barrio salió adelante gracias al empeño de la asociación de vecinos.

De este modo se consiguieron colegios, guarderías, un alumbrado en condiciones y también llegó al barrio un centro de salud, en la avenida Gregorio Diego, la principal de Puerta Blanca.

Problemas de masificación aparte que de higos a brevas saltan a la prensa, el centro de salud parece haber pasado por la famosa aplicación de móvil Face App, una actualización de la novela 'El retrato de Dorian Gray' porque convierte en una pasa avejentada a todo el que posa para él.

En el caso del centro de salud, desde 2014 está acumulando pintadas en el lateral que da a la calle Canillas de Aceituno, una de las cuales parece un gigantesco y colorista homenaje al sarampión infantil.

Se trata, como siempre en estos casos, de pintadas a años luz de la expresión artística, pues consisten en la clásica firma chunga de la cría de vándalo que porta el espray. Cierto que hay que ser cazurro para llenar de pintadas un centro de salud, pero también que a medida que cumplen años, la mayoría de 'enfermos' grafiteros mejoran, se curan y abandonan esta práctica infantiloide y nociva.

Poca mejora hay en el parterre vecino de este lateral del centro, donde se crían matojos y abunda la basura.

El Centro de Salud de Puerta Blanca quizás necesite más médicos y especialidades, pero al mismo tiempo, pintores, barrenderos y jardineros que borren la impresión de un equipamiento público sucio y dejado a su suerte, así que pasen los años.

Acacia en el paredón

Hace unos días esta sección habló de la acacia recién plantada por el Ayuntamiento en el Paseo de las Acacias y que tiene muy difícil la supervivencia porque la han plantado justo encima de un enorme algarrobo que lo ahoga con la copa.

Como el algarrobo pertenece a una urbanización privada -Las Palmeras- un portavoz municipal informó a este sección de que, lamentablemente, no se puede hacer nada.

Con que el técnico hubiera mirado lo que tenía encima (un enorme algarrobo) y no a la luna de Valencia, habría adoptado la sensata decisión de desplazar el alcorque metro y medio y, arreglado el problema.

Esto es lo que pasa cuando a poner árboles se mete la Gerencia de Urbanismo y no Parques y Jardines.