Más de una década ha pasado desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, pero sus efectos siguen bien adheridos al sector de la construcción. En la provincia de Málaga, la obra llegó a dar trabajo a más 100.000 personas en 2007. A día de hoy, el sector está experimentando un repunte en su actividad y la cifra de ocupados evoluciona in crescendo, aunque a años luz de la época de bonanza.

En 2018, la construcción mantuvo empleados a cerca de 54.000 trabajadores en Málaga, que en el último año se ha posicionado a la cabeza de la actividad inmobiliaria de toda Andalucía, por delante de la capital sevillana, tal y como detalla el último informe sobre el mercado inmobiliario de Málaga, elaborado por la consultora Savills Aguirre Newman.

Pese a que la reanimación de la promoción inmobiliaria en Málaga atraviesa ahora un buen momento y el mercado está recuperando empleados, la mano de obra no es suficiente para hacer frente a las nuevas construcciones, concentradas en los distritos de Puerto de la Torre-Teatinos, Carretera de Cádiz y Málaga Este.

Retrasos y obras más caras

«A la gente le genera cierta inseguridad los altibajos que ha tenido el sector. Hemos pasado casi diez años con una actividad nula. Entonces, evidentemente la gente prefiere estar en sectores que son más estables», explica Violeta Aragón, secretaria general de la Asociación de Constructores y Promotores de Málaga (ACP), quien afirma que resulta muy difícil encontrar mano de obra que cubra las necesidades actuales del sector. «Al haber un incremento de actividad nos hemos encontrado con que hay una falta de personal en todos los niveles».

La carencia de mano de obra se traduce en retrasos en los plazos de ejecución y en el consiguiente encarecimiento de la construcción. «Las obras están muy estructuradas en plazos y cualquier atraso produce un desajuste económico», afirma Aragón.

Envejecimiento del sector

Además del miedo a una nueva recesión, la patronal del sector achaca la falta de atractivo para los trabajadores al creciente interés en otros sectores, más reconocidos por la alta cualificación y formación requerida, algo que afecta especialmente a la juventud. «Los jóvenes, cada vez más, están interesados en tener una cierta formación y en ver que su trabajo es más específico, más cualificado. En ese sentido es lo que hay que hacerles ver, que la construcción no es el sistema tradicional, sino que puede aportar mucho más a la formación de las personas», puntualiza Aragón.

El envejecimiento de las plantillas y la carencia de relevo generacional están contribuyendo a que la oferta de la mano de obra necesaria para la construcción sea insuficiente para hacer frente a la demanda actual. Según la Encuesta de Población Activa, en Andalucía, en 2007, la franja de edad que más trabajadores arrojaba a la construcción se situaba entre los 25 y los 34 años. En 2018, esa franja estaba compuesta por empleados de entre 40 y 49 años.

Condiciones laborales

Para Comisiones Obreras, el problema reside en las condiciones laborales y el incumplimiento de los convenios. «Se aboga por más seriedad empresarial en el sector. Quitando las empresas serias, que siempre hay, después hay un submundo de subcontratas que son las que juegan con los convenios, en todos los aspectos, salarial, los horarios, los ritmos de trabajo y la prevención», afirma Juan Rueda, secretario general de Construcción y Servicios de Comisiones Obreras en Málaga.

La poca mano de obra supone también que el sector se nutra de trabajadores procedentes de provincias limítrofes como Cádiz, Sevilla o Granada, más lejanas, como Extremadura, y del extranjero, principalmente de Marruecos y países del este de Europa.

Según Rueda, la clave de la recuperación está en la dignificación del sector . «Salario, horario y prevención. Respetar estas condiciones sería muy bueno para el sector, por la buena imagen y para tener buenos profesionales».