Ayer hablamos de una parcela de la calle Chaves, separada del mundanal ruido por una valla metálica y un pestillo, así que muchos dueños de perros lo utilizan de improvisado parque canino, aunque no todos recogen el abono que dejan los animalitos.

El resultado es un terrizo repleto de cagadas, con perdón, y matojos que además está muy cerca de un parque infantil.

Los enormes ailantos de esta parcela, un árbol que por algo tiene como nombre científico 'Ailanthus altissima', superan la altura de una calle vecina, separada de la calle Chaves por un desnivel de varios metros. No hay que olvidar que estamos en las proximidades del Ejido y que las cuestas y desniveles abundan.

La falta de cartel municipal con el nombre de la calle hizo suponer al firmante que se trataba de la continuación de la calle dedicada a Diego de Siloé. En realidad, consultado el callejero digital, no está dedicada al famoso arquitecto renacentista sino que se trata de la calle (o habría que decir, pasillo) que recuerda al poco recordado Abdías, un profeta del Antiguo Testamento que difícilmente profetizaría que en Málaga tendría una calle tan descuidada.

Y quizás sea la diferencia de altura con el resto, quién sabe, la que haya dejado la calle Abdías en un limbo de mantenimiento y urbanización.

Es la única explicación al contemplar esta zona entre El Ejido y la Cruz Verde con plantas avasalladoras que, más que abrazar al visitante, le obstruyen el paso para pedirle el pasaporte.

En muchos de estos casos de calles dejadas a su aire, el problema tiene que ver con que ningún concejal o el alcalde frecuenta la zona. Si, pongamos por caso, el equipo de gobierno atravesara a pie, a diario, el túnel de la Alcazaba, no llevaría 20 años sin insonorizar.

Con la calle Abdías pasa lo mismo: está por completo fuera del circuito de paseo de nuestros ediles y eso se nota.

Lo único remarcable del lugar es el huerto urbano La Yuca, en el arranque de esta calle, asomado casi a calle Chaves, que acaba de estrenar este mes un mural artístico hecho por niños de Lagunillas, la Cruz Verde y la Cruz del Humilladero, gracias al programa CaixaProinfancia.

El flamante huerto y el mural artístico deberían ser el comienzo del despegue de esta callejuela, que necesita jardineros con tijeras de podar para que las ramas no se nos metan en los ojos, y también a urbanistas, para poner orden en los trozos de asfalto y los terruños que asoman por los laterales, restos de un aparcamiento vecino planificado de aquella manera.

También hacen falta barrenderos para que la basura haga 'vade retro'. En suma, una conjunción de factores para conducir la discreta calle Abdías al regazo de la civilización. Si algún concejal se pasa por allí, siempre ayudará. Ánimo.