De sus años mozuelos en Málaga, el simpar José Ortega y Gasset confesó que se sintió «emperador dentro una gota de luz». Lo escribió en 1910 en el periódico El Imparcial, el diario que dirigía su padre, José Ortega Munilla. Y eso que tan luminosa metáfora venía a cuento porque reseñaba 'A.M.D.G.', la controvertida novela de Ramón Pérez de Ayala sobre la vida en un colegio de jesuitas.

También don José estudió, durante seis años, en un colegio de jesuitas, el de El Palo, así que recordó sus tiempos en los que, por sus buenas notas, fue nombrado 'emperador' del colegio, una de las distinciones de entonces.

En 2014 el escultor Gonzalo Abril Martí hizo realidad esa poética 'gota de luz' con una escultura en forma de media esfera reflectante en el paseo marítimo del Palo. La obra fue escogida tras un concurso de la Escuela de Arte de San Telmo.

Tan feliz iniciativa, plasmada con tanto ingenio, podría dar pie al menos a otra obra que convirtiera en 'arte palpable', una pura metáfora, en otro rincón de Málaga.

Hablamos del barrio de La Malagueta. Precisamente esta semana, en La Opinión los vecinos expresaron algunas de sus demandas, entre ellas que el barrio esté limpio, algo que no siempre se consigue.

De hecho, hace años que la asociación de vecinos llama la atención sobre un rincón que parece celebrar una suerte de congreso mundial de bacterias, por la porquería secular que atesora. Y eso que hablamos de una escalera de acceso al Paseo de la Farola entre dos inmuebles oficiales: el antiguo Gobierno Militar y la sede de la Demarcación de Costas (la antigua Jefatura de Obras Públicas).

La escalera de acceso se encuentra en concreto en la calle Corinto y tiene la particularidad de almacenar porquería hasta el día del Juicio Final.

La culpa, como siempre, es una conjunción en la que participan, además de los servicios municipales de limpieza, que no le echan la cuenta que debiera, algunos mamíferos bípedos o perros comandados por el mamífero que sostiene el collar, que se dedican a orinar en la escalera. Y así, el olor a análisis de orina flota en el aire, amén de otras porquerías que permanecen un tiempo poco prudencial incrustadas en el suelo.

Como la mugre de calle Corinto no parece marcharse ni con orden judicial, nuestro Ayuntamiento debería plantearse, como alternativa, la promoción turística de esta concentración bacteriana, que haría las delicias de los visitantes microbiólogos.

La solución estribaría en un concurso artístico para convertir en escultura la frase «Emperador dentro una gota de roña», en referencia a la ingente cantidad de microbios (y meadas) de la calle Corinto.

Don José Ortega y Gasset ya nos señaló el camino allá por 1910. Suerte.