Agosto siempre ha sido un mes inhábil para la política española, aunque en Málaga, una vez que estallan los fuegos artificiales y la pregonera se apoya sobre el antepecho del balcón del Ayuntamiento (en su día) o a la playa de La Malagueta, se desata la locura entre nuestros representantes municipales, que buscan la foto, comer en tal o cual peña, acompañar a los diferentes colectivos, ir a los conciertos sólo para hacer acto de presencia o inaugurar mil y una fuentes con el fin de que la ciudadanía no se olvide de que ellos, oposición y equipo de gobierno, siguen 'onfire' en el mes más caluroso del año.

En ejercicios anteriores, a partir del 15 de julio la actividad municipal decaía hasta niveles deprimentes, de forma que el natural reflejo de esa ebullición institución en la prensa se reducía de forma proporcional, convirtiendo el verano en un calvario para los periodistas, ávidos de noticias y reportajes para llenar con informaciones frescas o trascendentales espacios radiofónicos, televisivos o páginas de periódico. Siempre se ha hablado de la temida serpiente de verano. Sin embargo, este año todo ha cambiado y julio y agosto han sido meses con un inusual frenesí política, lo que tiene su explicación en la cercana fecha de las elecciones municipales, finales de mayo, y los titulares que han dado los primeros del nuevo equipo de gobierno municipal: primero, el tira y afloja con Ciudadanos para formar un Ejecutivo de coalición, después el acuerdo en sí, el pleno de constitución de la corporación, la subida de sueldo y la polémica asociada al fichaje de cargos de confianza y asignación económica a los grupos, la elaboración del correspondiente presupuesto municipal de 2019, que estaba ya preparado en abril pero que no salió porque fue entonces cuando comenzaron las desavenencias entre Juan Cassá y el alcalde, Francisco de la Torre, por mor de las imputaciones del caso Villas del Arenal; la llegada de los Premios Goya a la capital, la efervescencia denunciatoria de la oposición, los problemas asociados a los restos nazaríes hallados en el entorno de las obras del Metro en la Avenida de Andalucía, o la hiperactividad de nuestro regidor presentando estudios a diestro y siniestro sobre el soterramiento del frente litoral (2,5 kilómetros, casi nada), la ejecución de nuevos espacios intermodales y la vía perimetral metropolitana, las comisiones de pleno, el propio pleno o el baile de asesores. Todo ha confabulado para que el pasado 7 de agosto, una fecha ciertamente tardía, hubiera un pleno para aprobar definitivamente los presupuestos.

Pero no queda ahí la cosa, porque el ritmo de ruedas de prensa, con el adelanto de la Feria de Málaga al jueves, 15 de agosto, es frenético, con un mínimo de tres al día a lo largo de estas semanas: hay que presentarlo todo, novedades en el real, en el Centro Histórico, lo que dicen los hosteleros, de lo que se quejan los vecinos del casco antiguo, que deberían ser canonizados, o los planes de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que parece haber recuperado la senda de lo razonable tras el desembarco de Raúl López.

Ahora, los ediles se cogen unos días, pero pocos, porque el miércoles a las doce de la noche algunos estarán en la playa de La Malagueta acompañando a Adelfa Calvo, la actriz pregonera que tiene un Goya y que es tan versátil en la pantalla como engrasada está la cintura política del alcalde. El equipo de gobierno ha metido la quinta marcha y esa velocidad de crucero está ahogando a todo el mundo, porque entre el terral y la cercanía de los chiringuitos y las playas, la gente trabaja a ese ritmo vertiginoso pero tiene los sentidos puestos en una hamaca cualquiera del litoral. Por pasar este verano, se ha dado esa foto magnífica de la Junta y el Estado, y De la Torre con voz pero sin voto pese a que todos reconocen que es quien más tiene que decir, en los Baños del Carmen firmando la reversión al Gobierno central de 33.000 metros cuadrados del enclave para hacer el tan ansiado parque marítimo-terrestre (luego se verá qué pasa con el edificio, para el que hay un maravilloso proyecto del arquitecto Manuel Navarro Mármol). Una curiosidad, por cierto: esta semana se celebró la Junta Local de Seguridad, a la que acudieron la subdelegada del Gobierno, María Gámez, y el alcalde, Francisco de la Torre. La nota de prensa emitida por ambas instituciones era idéntica, salvo que en la de la Subdelegación iba primero el nombre de Gámez y en la del Ayuntamiento, el del alcalde. Hay protocolo hasta en el papel, que lo aguanta todo.

Precisamente, el pasado jueves, al llamar el que suscribe a algunos concejales, estos se habían dado ya, tras el pleno de presupuestos del día 7, miércoles, unas jornadas vacacionales hasta el miércoles 14, fecha programada para los fuegos artificiales e inicio de la segunda fase de la temporada alta política veraniega.

Donde sí siguen trabajando es en el departamento de Economía y Hacienda. Para ellos, estas vacaciones son complejas, porque si el pasado miércoles se dio el visto bueno a las cuentas municipales de 2019, algo fundamental para que el nuevo equipo de gobierno de PP y Cs comiencen a gestionar y tengan dinero para hacerlo, se han dado dos plazos, uno hasta el 20 de julio y otro hasta el pasado 31 para que los organismos autónomos, empresas públicas y otras organizaciones del holding municipal comiencen a trabajar en sus necesidades presupuestarias y a cuadrar sus números de cara a 2020. La idea, dicen en el equipo, es aprovechar agosto y septiembre para cerrarlo todo, y luego seguir dando pasos administrativos, porque «hay que encajar lo que se pide con lo que hay, y tomar decisiones en ordenanzas fiscales y estudiar los beneficios y ayudas que se aplican».

También se trabaja a destajo en la adecuación de los despachos de los distintos grupos municipales, lo que llama la atención, como hemos dicho, en agosto. Adelante Málaga, confluencia que reúne a Podemos e IU-Málaga para la Gente, se ha mudado a las dependencias que ocupaban Ysabel Torralbo y su grupo menguante, Málaga Ahora, en la segunda planta del Ayuntamiento, porque es más espacioso. Ciudadanos, por su parte, con dos concejales en el Ayuntamiento pero uno fuera del equipo de gobierno, de hecho está en la Diputación (Juan Cassá), se va a las habitaciones que ocupaba IU-Málaga para la Gente y el PP se muda al espacio que usaban hasta ahora los técnicos y ediles de la formación naranja. O sea, todos van a estar juntitos en la segunda planta, porque los populares estaban antes en la baja. Al parecer, buscan un espacio más accesible y saneado, aunque será más usado por los técnicos que por los concejales, todos ellos con despachos en diferentes edificios de la ciudad.

Es, como ven, un verano atípico, como también es raro que no se deje entrar a la prensa en una comisión de pleno (¡si a alguien no le gusta la prensa, se lo hace saber!), o que el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, no venga finalmente a inaugurar el trozo de las obras de semipeatonalización de la Alameda Principal que se pueda el próximo 15 de agosto, algo que en un principio se había anunciado, pero que ahora se ha desechado, sobre todo porque la puesta de largo del gran bulevar urbano de los malagueños no será total (se abre al público el 75%). Una pena. El presidente de la Junta se ahorra así asarse bajo un sol de justicia, un terral que nos azota inmisericorde y que, por si tenían dudas, también afecta a nuestros políticos, aunque durante las próximas fiestas ya saben: el albero, el Cartojal y los camperos serán nuestra mejor compañía. Habrá que descansar un poco, sobre todo si, como parece ser, hemos de votar el próximo 10 de noviembre. Las urnas no respetan ni las vacaciones.