«Se alquila habitación en piso compartido». Este es el reclamo más recurrente, a estas alturas del verano, en los tablones de anuncios, portales inmobiliarios e incluso redes sociales por donde suelen navegar los nuevos estudiantes que han elegido Málaga para cursar su titulación y que buscan el que será su hogar durante el curso académico. Los requisitos estrella para los futuros alumnos suelen resumirse en dos: cercanía y precio asumible. Esto último se ha convertido en la aguja del pajar.

La bicéfala vida universitaria en Málaga, a caballo entre el campus de Teatinos, donde se estudia Económicas, Arquitectura y Bellas Artes, acogió el pasado curso a más de 33.000 alumnos entre matriculados en grados y másteres, de los que más de 7.000 eran de fuera de la provincia. A esto hay que sumarle la presencia de extranjeros en las aulas malagueñas a través de un millar de acuerdos suscritos entre la UMA y más de 500 universidades de diferentes países, así como alumnos con becas de movilidad que hacen una estancia de uno o dos cuatrimestres.

Por tanto, la alta demanda para encontrar un lugar donde vivir durante el desarrollo del curso académico se convierte en una suerte de cruzada para los estudiantes, que suelen inclinarse por el alquiler habitacional debido al coste de las residencias universitarias, que manejan tarifas de hasta 800 euros mensuales, dependiendo si incluyen régimen de comidas, lavandería, aparcamiento... además de las restricciones horarias de entrada y salida que ahuyentan a muchos universitarios.

No obstante, el último informe del Mercado Inmobiliario en Málaga de la consultora Savills Aguirre Newman sitúa la ocupación de estos hospedajes estudiantiles entre el 82% y el 100%. Además, el estudio subraya que el número de camas es inferior a las medias andaluza y nacional.

Pisos compartidos

Tan solo con echar un vistazo a las ofertas de alquiler de habitaciones que se publican en diversas plataformas de internet, en Teatinos una habitación en un piso compartido de entre 90 y 100 metros cuadrados ronda ya los 300 euros de media, en muchos casos con gastos a parte, que aumentan la mensualidad unos 20 o 30 euros más.

Ciudad de la Justicia es una de las zonas más demandadas por el estudiantado, debido a su cercanía con el campus y a las buenas conexiones de metro y autobús. En esta zona, un estudiante puede enfrentarse a un alquiler habitacional de unos 370 euros sin incluir luz, agua, gas ni internet.

Beatriz Morales, natural de Granada, lleva estudiando en Málaga cuatro años. Ahora que se enfrenta a un quinto año para la realización de unas prácticas, asegura que conseguir un dormitorio en un piso compartido cuesta mucho más que en su primer año de carrera.

«Yo notaba menos competencia... los precios de los alquileres eran muchísimo más bajos. Por ejemplo, el piso más caro del primer año lo encontré por 220, 225 euros. Ahora ese es el precio más barato», explica Morales, que finalmente residirá por la zona de Cortijo Alto, con un alquiler de 233 euros, gastos no incluidos, por un dormitorio en un piso de tres habitaciones y dos baños. Según cuenta, por un domicilio de características similares y en el mismo barrio, hace cuatro años pagaba unos 175 euros.

«Para encontrar algo de la misma calidad por el precio de primero [de carrera] es físicamente imposible. Los alquileres han subido muchísimo, cada vez hay peores pisos y muchísima más gente que demanda», relata.

En la zona de El Ejido, perteneciente al distrito Centro, los precios para alquilar una habitación suben considerablemente.

Por un dormitorio en un piso de tres habitaciones y 80 metros cuadrados en la zona de Capuchinos, a cinco minutos a pie de la zona universitaria, se llega a pedir 500 euros mensuales, aunque lo común suele ser encontrar alquileres entre los 300 y los 400 euros.

«Yo, máximo, me pensaba gastar 250 euros. Y realmente hay, pero hay muchos pisos de tres habitaciones por los que piden 850, 900 euros... eso te sube la habitación a 300 o 350 euros. A parte está la luz, el agua, el gas... algunos no incluyen el agua, otros sí», cuenta una futura estudiante de piano en el Conservatorio Superior de Música de Málaga que prefiere no revelar su identidad.

Esta joven empieza las clases en septiembre y aún no ha conseguido encontrar piso por la zona de El Ejido. «Yo me enteré más tardes de las notas, de que iba a entrar, y cuando te metes en el mes de julio a buscar es una odisea». Siendo residente de un pueblo del interior de la provincia, es inviable ir y venir a diario del Conservatorio a su hogar y aún no ha encontrado un hueco.

Becas de residencia

Durante este curso académico, la Universidad de Málaga, para hacer frente al problema del alquiler que sufren los estudiantes, ha concedido por primera vez unas becas de residencia incluidas en sus ayudas de cohesión social como medida de choque.

Se trata de una ayuda de 1.000 euros por curso para el alumnado con un nivel de renta bajo y que resida a más de 20 kilómetros del campus. Con un presupuesto de 600.000 euros, se han beneficiado de estas becas unos 600 universitarios

«Sabemos que efectivamente es una pequeña ayuda a quien tiene que pernoctar fuera de su domicilio. Con 1.000 euros sabemos que prácticamente se están pagando tres o cuatro mensualidades», comenta Francisco Murillo, vicerrector de Estudiantes en la Universidad de Málaga. «Es un esfuerzo presupuestario importante para la Universidad. Sabemos que cubre lo que cubre, pero fue la medida de choque que pusimos en funcionamiento para abordar el problema que cada día es más relevante para los estudiantes».

En definitiva, los estudiantes de fuera de Málaga que accedan a sus estudios en las últimas adjudicaciones tendrán muy complicado adquirir una habitación por un precio asequible. La subida del alquiler, un 45% desde 2013, el auge de las viviendas turísticas y la enorme demanda juegan en su contra.