Ocurrió el 6 de agosto de 2017 a las 5.45 de la tarde. La familia hacía limpieza, el padre, Mariano García, echó insecticida en el lavadero de la cocina, en la creencia de que el termo estaba quitado, cuando vio que del aparato salía «un nubarrón azul grandísimo» que hizo tambalaear todo el bloque de pisos de calle Guadiato, 4, en La Palma, donde viven.

La onda expansiva lanzó a su mujer, Ana María Salguero, contra un muro, «que cayó como una carta y ella cayó encima».

«Me llevaron en helicóptero al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla donde estuve 47 días, de ellos dos semanas y media en coma», cuenta Ana María, que fue la que salió más perjudicada, con un 42 por ciento de quemaduras en su cuerpo. Además de su marido, también sufrieron quemaduras dos de sus cuatro hijos, uno de ellos, con problemas de visión desde entonces.

Como explica Mariano, «el termo y la instalación de gas estaba defectuosa desde el 16 de mayo de 2016, así que hacía más de un año que la tenían que haber cambiado; llamaba a la compañía pero nunca venían», lamenta.

La mala suerte quiso que no contaran en ese instante con seguro de hogar. «Un amigo que vendía seguros nos lo iba cambiar y fue en ese transcurso», lamenta.

Visita del alcalde

El alcalde, Francisco de la Torre, hizo acto de presencia al poco de la explosión y animó a la familia. «Nos dijo que íbamos a trabajar en algo que pudiéramos desempeñar y que los trabajadores del Ayuntamiento iban a arreglar esto», recuerda el padre de familia. Al final, la ayuda municipal fue de 2.000 euros para ropa y alimentos para los hijos y de 3.000 euros para la obra.

La familia, que pasó dos meses en casa de amigos, porque la casa estaba en muy mal estado y la cocina, destrozada, dos años después de la explosión no han podido terminar la obra por falta de dinero.

«Quedará un 40 por ciento, la luz no está puesta, hay cables por el suelo, falta la solería de toda la casa... tenemos los materiales pero falta la mano de obra», resume Ana María.

En este tiempo, y sin la indemnización del seguro, han podido ir arreglando el piso gracias a la ayuda aportada por la parroquia de San Juan, carnavaleros de Málaga, las ONG Kelisidina Ayuda y Cadena de Favores, y donaciones de algunos particulares.

En la actualidad, Ana María, que era cuidadora y limpiadora, tiene la incapacidad total, está a la espera de una operación para tratar sus quemaduras y recibe una pensión de 71,90 euros. En cuanto a Mariano, que trabajaba en la construcción, tiene mal los dos riñones y está en paro, así que se busca las habichuelas cantando en la calle.

Esta familia de la calle Guadiato pide ayuda para completar la obra y acabar con la pesadilla. Y como explica Mariano García, también le gustaría el apoyo de un abogado para demandar a la compañía del gas, «porque tengo el papel que demuestra que desde 2016 esa instalación estaba defectuosa y reventó por no haberla quitado».