Que los más mayores les puedan proporcionar a los adolescentes la experiencia vital que pueda evitarles errores. Pero también que jubilados de casi 100 años de edad entiendan las motivaciones, radicalmente diferentes a las que ellos tuvieron de jóvenes, de sus potenciales nietos o biznietos. Así se puede resumir el día a día en el taller intergeneracional que alberga el Área de Bienestar Social de Rincón de la Victoria desde hace unas semanas. Una iniciativa pionera en la Axarquía y que en pocas horas agotó el cupo de plazas.

Para entender mejor el secreto del éxito de esta actividad hay que adentrarse en una de las sesiones y ser testigo de las conversaciones tan singulares que, fuera del ámbito de la familia, tienen grandes y pequeños. Así lo explican las profesionales que tras participar en un plan de empleo propiciaron este taller entre generaciones, Mireia Gutiérrez e Inmaculada Villalba. Para ambas la experiencia propicia «una mayor solidaridad entre generaciones con puentes de comunicación que no se suelen dar de la misma manera al contemplar el día a día entre abuelos y nietos». La edil de Bienestar Social, Elena Aguilar (Cs), remarca lo que representa esta actividad para los mayores: «Les permite dinamizar su vida cotidiana, pero a la vez transmitir la cultura y las tradiciones de nuestra sociedad a las nuevas generaciones. Los ciudadanos tenemos en general que tomar nota de lo que representa esto cuando la tendencia es a la de vivir cada vez más aislados, como personas individuales e individualistas».

Javier Pérez lo tiene claro a sus apenas 16 años de edad: «Una de las cuestiones que personalmente más me atraen de cuantos aprendizajes para la vida hemos empezado a adquirir en este taller es la relativa a cómo ven nuestros mayores las cosas. Entender con la diferencia de edad qué es importante para ellos y qué lo es para nosotros es algo que agradezco mucho». De lunes a jueves a lo largo de los meses de julio a agosto, los testimonios se agolpan a cuál más contundente. A sus 15 años, a María Carvajal no se le olvidará «jamás estas experiencias» en compañía de personas que multiplican hasta por siete su edad: «El taller es muy importante. Vamos a poder aprender mucho. Los mayores tienen mucha experiencia y nos dan sabios consejos. Uno que me ha encantado es el que subraya que debemos perseguir nuestros sueños y no sentir vergüenza de lo que piensen los demás».

Pero, ¿qué piensan los más mayores? ¿Qué enseñanzas han transmitido? ¿O en efecto los consejos vitales que dan también tienen camino de vuelta para ellos? Virginia Guisasola tiene 79 años. Y empieza por subrayar los aplausos que a diario recibe de los adolescentes: «Me parece muy importante poder expresarle de cerca a la juventud lo que yo siento. Ellos mismos agradecen, porque te lo dicen, que seas directa a la hora de valorar cómo son y qué inquietudes o valores tienen. Estoy disfrutando muchísimo por este motivo, pero también porque aprendemos de ellos».

Ser escuchado también está entre los logros que para estos jubilados resultan más destacados en el taller. Así lo manifiesta a sus ya 89 años Enrique Salcedo: «Esta actividad me gusta porque es novedosa. Pero que nadie crea que yo soy el que viene aquí a enseñar. Estoy seguro de que en estos meses será más importante lo que yo aprenda de los jóvenes. Ya me dijo mi cardiólogo que la principal medicina, además de dejar de fumar, sería no dejar de reír nunca». Y es la sonrisa, precisamente, un denominador común básico en este taller ya convertido en «gran escuela de vida».