La plaza de la Aduana ha sido testigo del inicio de un viaje al pasado, exactamente a 1487,que ha permitido a los malagueños y foráneos ser partícipes de una idílica toma de Málaga por los Reyes Católicos, tras diez días de celebración (la Feria) con motivo de la conquista

Ante la atenta mirada de los presentes y el brillo en los ojos de los más pequeños, el jefe del bando Árabe, Alí Dordux, se ha aproximado pausadamente ante el escenario en el que se encontraba el Rey Fernando II de Aragón (representado por el pintor antequerano, Antonio Montiel) junto a la Reina Isabel I de Castilla para cederles su espada «envainada en señal de rendición», narra Dordux, así como las llaves de la ciudad recostadas sobre un cojín rojizo, « reciba también estas llaves de mi querida Málaga», añade el jefe del bando Árabe.

«Con este gesto simbólico, Málaga se incorpora a la Corona de Castilla», explica el monarca ante los presentes, «que ondee pues, en la torre más alta de nuestra querida Alcazaba la bandera castellana». Tras las palabras de Rey todos los asistentes elevaron sus miradas hacia una bandera oscilante entre el cielo y la torre de la Alcazaba.

Entre banderolas y gallardetes asoma el águila de San Juan Evangelista en la bandera cuarteada presumiendo de las armas recostadas sobre su pecho, de Castilla y León y de Aragón y Sicilia. Una bandera que anuncia la soberanía en comunión que ejercieron los Reyes Católicos.

Tras el discruso del monarca ha comenzado el paseo por la plaza de la Aduana. Los presentes, muy atentos, rodean a los figurantes para no perderse nada, cerca, muy cerca, quizás demasiado.

Tras unos pasos con la música comienza una danza con exóticas bailarinas del viejo oriente.

Arqueros, ballesteros, alabarderos y otros personajes históricos del siglo XV, como el Artillero Ramírez de Madrid, el Marqués de Cádiz y el primer Obispo de Málaga, Pedro de Toledo, han cobrado vida al son de la banda de música Jesús Nazareno de Almogía, cuyos tambores y cornetas trasladaban al pasado.

Un gesto simbólico

Cristianos, musulmanes, incluso ateos, tras 532 años y gracias a la Cabalgata Histórica, han sido testigos de una pacífica toma de posesión en la cual, la sangre corre pero por las venas y hacia los corazones que palpitan por la magia del momento y las lágrimas derramadas son solo de emoción.