En tu propia comunidad de vecinos, en el colegio de tus hijos o hijas, mientras caminas por la calle o en cualquier lugar de tu entorno puede existir gente que no pueda acceder a lo que para algunos es tan básico y habitual como es un plato de comida al día. Desde hace más de 25 años, el comedor Santo Domingo de la capital malagueña, trabaja diariamente para atender a todas aquellas personas que en situación de exclusión social, no puedan cubrir una necesidad tan básica y necesaria como lo es la alimentación. Durante los tres últimos meses de verano, la institución ha servido unos 25.000 servicios, conformados por las tres principales comidas del día: desayuno, almuerzo y cena.

Trabajo social y psicológico

Desde su centro situado en la calle Pulidero, el equipo conformado por once trabajadores y más de 70 voluntarios intentan que día a día su modo de trabajar vaya mucho más allá de lo que es expresamente un comedor, a pesar de que esta sea su labor principal o más visible. Junto a la parte alimentaria, Santo Domingo cuenta con una intervención psicosocial no menos importante que el resto de actividades que desarrollan.

"El comedor es un medio para que estas personas vengan y de esta forma, comencemos a trabajar con ellos. Nuestro objetivo no sólo es dar de comer, es que la gente le ponga solución a los problemas reales que le traen aquí. Y ahí, es donde está el matiz que nos hace especial", explica Pablo Mapelli, nuevo director del centro.

Un equipo compuesto por una orientadora, una psicóloga, dos trabajadoras sociales y alumnos en práctica de esta última titulación, ponen en marcha un apoyo social a los asistentes cuyo objetivo es "alcanzar una mayor estabilidad y normalización de la persona motivándola hacia el cambio", así como el propio desarrollo personal y profesional de todos ellos.

Los profesionales con los que cuenta el centro intentan cubrir todos los puntos de vista de la intervención social, tal y como asegura Mapelli, "se pone en marcha un programa para todas las personas con la idea de que cuenten con estas atenciones dentro de su particular y personal situación".

En 2018, el comedor atendió a un total de 4.564 personas, prestando atención alimentaria a un total de 2.261, a las que se le suman las 1.729 atendidas en las intervenciones sociales y psicológicas o las 312 becas y ayudas que se ofrecieron. Una parte fundamental son estas becas, las cuales por un lado cuenta con las ayudas puntuales destinadas a medios de transporte, adquisición de documentos, productos de higiene, infantiles, material escolar, ropa; así como becas continuadas, como ayudas al transporte para cursos de formación, tratamientos o medicación.

Respecto a la intervención laboral, la institución considera que "el empleo es un elemento fundamental para la estabilidad y el desarrollo personal", ello se tradujo en un trabajo con 204 personas para lograr su inserción laboral (alcanzada en el 48% de los casos) y capacitación profesional. Este programa comprendió, a través de entrevistas en profundidad, "la orientación vocacional, la exploración del mercado de trabajo y las técnicas de búsqueda de empleo, así como el acompañamiento en dichos procesos".

Perfiles atendidos

El trabajo desarrollado en este programa se ha diversificado entre numerosos perfiles, atendiendo problemáticas sociales como las adicciones, las enfermedades mentales, problemas crónicos y psicológicos, el desempleo, la falta de recursos económicos, la inmigración o la situación de las mujeres en situación de exclusión.

"En los últimos años, la tendencia ha sido un aumento de los casos de enfermos mentales que están sin hogar y muchos de ellos sin medicar, un colectivo que nos preocupa porque son muy vulnerables, especialmente las mujeres. A ellos se le suman las personas mayores, especialmente con algún tipo de , algunos de ellos sin hogar", explica el director.

Actualmente, el comedor Santo Domingo sigue funcionando gracias a sus tres principales fuentes de financiación: la aportación de los socios, con la que se llega al 46% del presupuesto; las ayudas públicas procedentes de instituciones como el Ayuntamiento de Málaga o la Junta de Andalucía, las cuales aportan el 34 por ciento y el resto, conformado por los donativos de particulares, entidades o empresas privadas.