Los padres de María Esther Jiménez, la niña de 13 años asesinada en Arriate en enero de 2011, se muestran "indignados" y "preocupados" tras la salida de prisión este jueves del joven que fue condenado por estos hechos, al haber cumplido la pena, tras lo que ahora tendrá que cumplir una medida de libertad vigilada.

Así lo ha asegurado en declaraciones a Europa Press la letrada Bárbara Royo, abogada de la familia y que llevó la acusación particular en nombre los padres en el juicio al joven, de 17 años en el momento de los hechos, que fue condenado a ocho años de internamiento en régimen cerrado y cinco de libertad vigilada.

Hasta cumplir los 21 años, el joven estuvo en un centro de menores, tras lo que pasó a cumplir el resto de la pena en prisión. Este jueves ha salido de Puerto III, en Puerto de Santa María (Cádiz), según han confirmado a Europa Press fuentes penitenciarias. Ahora tendrá que concretarse la medida de libertad vigilada.

La niña desapareció el 19 de enero de 2011 y, tras montarse un dispositivo de búsqueda, su cuerpo fue encontrado un día después en el interior de una caseta asociada a una piscina en las afueras de Arriate, presentando un traumatismo craneoencefálico. El joven fue detenido tras encontrarse ADN y otras fibras.

La letrada ha recordado en declaraciones a Europa Press que al joven "le quedaban solo unos meses para cumplir 18 años cuando cometió estos hechos y por solo unos meses fue condenado a ochos años de internamiento y no a 20 años de prisión", por lo que ha considerado que la Ley del Menor "hay que cambiarla".

Además, ha apuntado que ni el joven ni su familia "han pagado nada de los 220.000 euros que conseguimos que se impusiera como pago de indemnización a los padres, a pesar de que el juzgado lo ha intentado", añadiendo que ahora "estaremos muy pendientes de esto, porque el joven tiene 26 años y suponemos que comenzará a trabajar".

Los padres, Juan Isidro Jiménez y Carmen Villegas, se fueron de Arriate tras los hechos, ya que, según aseguraron en aquel momento, se les había "roto la vida entera". "No nos queda nada", señalaban entonces.