En todo el literal español y en todos los países de habla española desde México a Chile, en el lado Atlántico y en el lado del Pacífico, las playas son playas, y una playa, según el socorrido diccionario de la RAE, es «la ribera del mar o de un río grande, formada de arenales en superficie casi plana» o, según la segunda acepción, «porción de mar contigua a esta ribera». Total, y al margen de la definición académica, la playa es donde cada día, según la temperatura, millones de personas de uno y otro sexo acuden a tomar sol y, si encarta, lanzarse al agua para refrescarse o practicar cualquiera de los muchos deportes náuticos federados o no.

En cada lugar cada playa tiene un complemento que la identifica. La más aireada de España es la de la Concha de San Sebastián, que en verano, otoño, invierno y primavera goza de la atención de las televisiones españolas, unas veces para filmar a la multitud gozando del baño, otras veces para mostrar que la nieve cubre la arena, otras para mostrarnos las olas de hasta siete metros que congrega a curiosos para recoger en sus móviles el espectáculo que la naturaleza ofrece de forma gratuita y, cómo no, para recoger imágenes de los bañistas que desafían a los elementos y se zambullen en las nada apetitosas turbulentas aguas. Los chicarrones y chicarronas del norte no se arredran ante el peligro de las olas y las frías temperaturas.

En Málaga tenemos a izquierda las playas de La Malagueta, El Morlaco, los Baños del Carmen, Pedregalejo, Acacias, El Palo... y así hasta Nerja; a la derecha, San Andrés, la Misericordia, Térmica... hasta Sacaba.

Pero como somos más ingleses que los del brexit, en lugar de playa hemos derivado a Bich, que es como se pronuncia más o menos en español la palabra Beach, que en inglés es playa. A lo largo de los ciento y pico kilómetros de costa van surgiendo urbanizaciones que recurren a la traducción inglesa para que se enteren los turistas, como si los visitantes extranjeros fueran tan tontos que necesiten que les digan donde están las bich. Hasta en un municipio de Málaga tiene un festival anual con el nombre de Weekend Beach. La monda.

No sé si en otros lugares de España se abre camino la palabra en cuestión.

Sacaba

Una de las denominaciones más curiosas de Málaga es la conocida historia de Sacaba Beach, urbanización que está en la costa occidental, término municipal de Málaga. Según cuentan, los inversores suecos eligieron un lugar o finca llamada El Final de la Nada porque allí terminaba la playa. La gente, al referirse al lugar utilizaba una frase muy expresiva, algo así como «sacaba la playa», en español correcto, «se acaba la playa».

Cuando los inversores buscaron el nombre de la urbanización aprovecharon lo de sacaba y sustituyeron playa por beach, naciendo así Sacaba Beach, o sea, la mitad en malagueño y la otra mitad en inglés.

Las medusas

Los ictiólogos, los biólogos, los expertos..., cuando las playas de Málaga son invadidas por las medusas recurren, como corresponde a su formación universitaria, a descripciones científicas, como: «Acalefo de cuerpo gelatinoso en forma de campana o casquete esférico, provisto de tentáculos y adornado, por lo común, de vivos colores». Los malagueños simplificamos su denominación. Decimos «aguacuajá», que es la manera más clara y contundente del bicho, que tiene aspecto de agua cuajada.

¡Cartucho!

Me llevé una gran alegría al saber que en Málaga hay varios establecimientos y fábricas de cartuchos de tinta para las impresoras. Han traducido al español la palabra inglesa toner que es la que se utiliza para identificar un producto imprescindible para imprimir documentos. Ya no hay que pedir un toner para sustituir al que se le ha agotado la carga de tinta. Puedo reclamar la compra de ¡un cartucho! sin necesidad de matizar lo de tinta.

La palabra cartucho tiene muchas acepciones relacionada con actividades muy dispares entre sí: para denominar la pieza en la que se introduce la pólvora de las armas de fuego, para identificar la carga de tinta de las antiguas y casi olvidadas plumas estilográficas€ y cuando en la playas se vendían cartuchos de papas fritas muy saladas, cartuchos de papel de estraza sustituidos hoy por bolsas de plástico que acaban en el mar y que salvo se invente un sistema de destrucción de plásticos permanecerán en nuestras aguas hasta el año 4.899 más o menos, en nuestras aguas o en las del océano Índico por los plásticos se desplazan por el mar sin necesidad de combustible alguno.