­Hay que remontarse a la intempestiva mañana del 9 de marzo de 1919 para encontrar el germen más fiable e indiscutible del aeropuerto de Málaga. Aquel día, un avión Salmson 2A no pudo consumar su aterrizaje en la zona donde estaba previsto, al encontrarse anegada a causa de la lluvia, y terminó tomando tierra en una parcela conocida como El Rompedizo. Este otro lugar acabó convirtiéndose en el enclave que albergó, finalmente, el aeropuerto de Málaga tras medio año de trabajo en el que se ensayaron numerosos vuelos y se acometieron las tareas necesarias para acondicionar aquellos terrenos.

Fue así como el 2 de septiembre de aquel mismo año se estrenaron las instalaciones con el primer vuelo de la línea aérea comercial Toulouse-Barcelona-Alicante-Málaga-Casablanca, y nació de forma oficial el aeropuerto de Málaga .

Y, 100 años después, allí sigue situado en El Rompedizo, con la vitola de decano de los aeropuertos españoles en su ubicación original. Ha transcurrido desde entonces todo un siglo, el mismo que ahora se conmemora, y en este tiempo por el recinto aeroportuario de la capital malagueña han transitado unos 400 millones de pasajeros.

En la actualidad, la actividad y el crecimiento experimentado por esta infraestructura se ven reflejados en el servicio que prestan más de medio centenar de compañías aéreas para conectar Málaga con unas 250 rutas y más de un centenar de destinos de todo el mundo.

Al mirar hacia atrás y repasar las emociones que -como diría Borges- han cobijado los hangares, esta historia de 100 años se escribe con acontecimientos como el que, 40 años después de su puesta en marcha, asistió a la llegada del primer vuelo internacional, procedente de Helsinki. Era 1959 y en los albores de la explosión del turismo empezaron a surgir exigencias que, hasta el día de hoy, han sido atendidas por el aeropuerto en esa ubicación de El Rompedizo, que no tardó en revelarse como un acierto alumbrado por el azar.