María siempre ha sentido mucho cariño por las personas mayores. Sus abuelos fallecieron cuando era muy pequeña y siempre ha echado en falta ese vínculo con ellos. Tras cumplir la mayoría de edad y con los estudios finalizados por fin encontró el tiempo suficiente para sumergirse en esta aventura. Por su parte, Ana lleva siete años en el programa para combatir la soledad y compartir con todos los que quieran su alegría y disposición a pasarlo bien.

Ana es la segunda «abuela» con la que María realiza todo tipo de actividades: «salimos a dar paseos por el parque o tomar una churros con chocolate». Llevan juntas desde el mes de junio y han forjado una gran amistad. «Es como una amiga a la que cuentas tus cosas, te desahogas y das consejos». Para María, esta experiencia no es un trabajo o una obligación, es mucho más. Es pasar un buen rato con Ana, a la que define como una persona dulce, tranquila, buena y... especial.

«Al final te das cuenta de que ellos también te alegran a ti. Tienes a alguien con quien hablar y que tiene buenos deseos para ti aunque no te conoce».

El programa estipula que voluntarios y usuarios (así es como denominan a las personas mayores) deben pasar dos horas a la semana juntos. En este caso, este tiempo se queda corto para ambas. «Ahora que tengo vacaciones y he terminado los estudios he ido tres o cuatro veces en semana», afirma María.

Ana ha tenido varias voluntarias con las que ha pasado parte de su tiempo. Se siente muy agradecida porque todas «han sido muy buenas y siempre hemos hecho muchas cosas juntas». Agradece a María la buena disposición que muestra con todos los planes y la forma en la que la trata. A ella le encanta pasar tiempo con María y con las demás personas que conforman el voluntariado. «Somos todos personas y nos los pasamos muy bien. Cuando salimos todos hay voluntarios que cantan y bailan. Tenemos una relación muy bonita».

Ana solo pide a María que la lleven a sitios buenos «porque los años no pasan en balde y ya no estoy como antes». Le da igual la ruta, solo la compañía y pasarlo bien durante el tiempo que están juntas. «Está una deseando que llegue el día en el que viene para irse por ahí».

Esta es solo una de las historias que se escriben gracias a la labor de la Fundación Harena desde que comenzara hace 12 años el programa de acompañamiento Soledad 0-Vida 1. Un grupo de amigos detectaron un día que en la sociedad malagueña faltaba apoyo a las personas mayores, así lo cuenta la responsable de Voluntariado de la Fundación Harena, Estefanía Valladares.

A través de esta iniciativa, unas 450 personas mayores pueden disfrutar de la compañía de personas que están dispuestos a vivir experiencias en domicilios y en residencias. «Aunque la evolución al principio fue lenta, ahora podemos decir que tenemos muchísimos usuarios y voluntarios y que el programa cada vez es más conocido», afirma Estefanía Valladares.

Ahora, con la llegada de septiembre, tras el parón por las vacaciones, se acentúa la necesidad de voluntarios para cubrir la demanda de usuarios. «Esta parte del año siempre es muy dura para nosotros. Ahora tenemos un número reducido de voluntarios», lamenta la responsable de Voluntariado.

En estos casos no solo se une a un voluntario con un usuario, sino que también organizan actividades una vez al mes de carácter lúdico y relacionadas con la cultura para que puedan conocerse entre ellos y crear vínculos. «Visitamos museos, la fábrica de cerveza, clases de danza adaptada...». Como complemento, una vez al año intentan organizar algo más grande. Este año, voluntarios y usuarios han visitado Ronda.

Estefanía Valladares afirma que todos los voluntarios reciben más de lo que dan. «Hay una parte muy importante que es sabiduría y conocimiento y ponerse en el lugar de una generación diferente».

Para ellos, según comenta la responsable, este vínculo es muy importante. «No nos imaginamos lo que es levantarse solo, desayunar y comer solo», por lo que estas visitas suponen un cambio en los usuarios. «Nosotros notamos cómo cambian anímicamente muchísimo y además físicamente porque les dan como unas ganas de arreglarse, de esta preparados para cuando llega el voluntario».

Esto es mucho más que Ana y María, es la historia de todos los que participan o han participado en el programa y han formado una familia que quiere seguir creciendo con ayuda de todos.