La tercera edición del Congreso Internacional de Cibercrimen del Colegio de Abogados de Málaga se inauguró ayer con un dato claro: los ciberdelitos están experimentando un «constante crecimiento anual», tal y como muestran las estadísticas.

Así lo aseguró el decano de los letrados malagueños, Francisco Javier Lara, quien calificó como «demoledores» los datos sobre cibercrimen, especialmente aquellos relacionados con los delitos sexuales con implicación de menores y los económicos. En cuatro años, los casos practicamente se han duplicado en España.

Según el Observatorio Español de Delitos Informáticos, en base a estadísticas del Ministerio de Interior, en 2017 -último año disponible- se registraron 81.307 ciberdelitos en España. A nivel regional, Andalucía, con 15.458 casos, es la comunidad autónoma donde más se produjeron, por delante de Madrid, con 12.169, y la Comunidad Valenciana, con 10.842.

«Las tecnologías han facilitado que la información viaje de manera instantánea, que se puedan cometer delitos desde cualquier rincón del planeta y que tenga consecuencias globales», declaró Francisco Javier Lara, que además añadió que la tecnología se modifica más rápido que la legislación, por lo que adelantarse es complicado.

Por su parte, el comisario principal-jefe provincial, Manuel Javier Peña Echeverría, también integrante del acto de inauguración del Congreso Internacional de Cibercrimen, explicó que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cuentan con brigadas de investigación tecnológica para combatir este tipo de delincuencia.

«Nos encontramos ahora con delitos opacos y distantes, cuando generalmente el delincuente había sido visible y cercano», declaró Peña Echeverría, por lo que aprovechó para subrayar la importancia de la formación especializada para hacer frente a este cambio de comportamiento en los delitos.

Tal es así que el decano del Colegio de Abogados, Francisco Javier Lara, aseguró a los asistentes que en los próximos años desaparecerá la diferencia entre crimen y cibercrimen, hasta que este último término se convierta en una «redundancia».

Según advirtió Lara, la tecnología ya no es un medio para conseguir un fin, sino más bien un entorno, un canal, e incluso el objeto mismo del delito.