Fiza Farhan nació en Pakistán hace 32 años. Con una cultura y una tradición opuesta a la occidental, Farhan relata cómo tuvo que elegir entre casarse y ser madre o estudiar una carrera.

Con la sala de conferencias del Teatro Echegaray a rebosar, esperando su ponencia, no es difícil averiguar la opción que eligió.

Estudió economía y gestión. Recuerda el momento en el que le prometió a sus padres que cuando terminase el máster en Londres, se casaría. Al principio, la tomaron por loca: «En mi familia nunca había habido nadie que saliese fuera a estudiar un máster, fui la primera. Después, lo han hecho todas». Este fue el primer techo de cristal que rompió, afirma rotunda y orgullosa.

Desde ese momento, tuvo claro que quería romper todos los techos de cristal con los que se fuese encontrando.

Fiza quería hacer algo que crease un impacto en la sociedad. Y así fue como, antes de casarse y tener hijos, Farhan creó dos empresas: Buksh Foundation y Buksh Energy Private Limited, ambas relacionadas con las energías renovables y el empoderamiento de la mujer.

Graduada en economía, ¿cómo decide que quiere centrarse en la sostenibilidad y el empoderamiento de la mujer?

Decidí estudiar economía y gestión porque en ese momento no estaba muy segura de lo que quería hacer. Después decidí hacer el MBA (Master of Bussiness Administration) para aprender lo esencial en economía y negocios y poder crear mi propia empresa para hacer el bien social. Y así es como empezó mi viaje.

La sostenibilidad es la base de sus dos empresas ¿en qué momento entra a formar parte de la ecuación el empoderamiento de la mujer?

Al principio elegí los retos del desarrollo. De los problemas a las soluciones, ¿no? En ese momento el problema principal en Pakistán era la energía renovable, porque el 47% de la población todavía vivía sin energía, en la oscuridad. Cuando fui a esas zonas, vi que las mujeres estaban totalmente privadas. No tenían educación ni acceso a ninguna actividad económica. Así que decidí que las mujeres serían las encargadas de dar acceso a la energía a todo el poblado, así empoderé a las mujeres de esa aldea. Siendo una mujer que trabaja por el acceso a la energía y viendo esa situación, el empoderamiento de la mujer se convirtió en un desafío natural. Así es como evolucionó, naturalmente.

En el contexto de la energía nace el proyecto 'Iluminando un millón de vidas' y el concepto Roshna Bibi, ¿en qué consistió y qué significa?

Consistía en proporcionar energía solar a la comunidad. Roshna, en urdu, significa luz. Y Bibi significa mujer. Así que Roshna Bibi es mi dama de la luz. Fue el término que se me ocurrió. En cualquier pueblo en el que desarrollase mi proyecto elegía a una empresaria de energía, una Roshna Bibi. Cuando más tarde la Fundación de las Naciones Unidas certificó nuestro proyecto como una Buena Práctica Internacional, se fue expandiendo a otros países. Siempre le digo a la gente que no necesita fórmulas mágicas, todo lo que necesitas son soluciones mágicas. Solo crear, pensar magia y hacerla. Y así es como mi Roshna Bibi se hizo realidad.

Habla de magia pero todo lo que ha logrado requiere de mucho esfuerzo y superación.

Sí, implica mucho esfuerzo. La magia para mí es cómo me siento cuando pienso en algo y empiezo a construirlo en mi mente. Cuando todo el mundo empieza a decirme que es una idea estúpida, que no va a funcionar. Ellos no saben soñar. Cada vez que la gente crítica, yo me esfuerzo más. Es mi combustible. Eso es magia para mi. Lo han hecho tantas veces y ahora han dejado de criticar. Ahora todos dicen que puedo hacer lo que sea. Cuando voy y lo consigo, entonces sí se convierte en un éxito.

¿Por qué decide dejar en un segundo plano el mundo corporativo y pasar a representar de forma activa a la sociedad pakistaní en un organismo como la ONU?

Creo que ningún sector puede lograr una solución por sí mismo, así que trabajé entre sectores. Creo que necesitamos involucrarnos en múltiples sectores y unirlos para lograr soluciones. En aquel momento tenía dos empresas, una trabajaba con el sector público y el privado y la otra con el sector del desarrollo. Hoy soy asesora de múltiples sectores, mientras lo soy también de agencias de la ONU y Secretaria General de la ONU. Para lograr los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) necesitamos encontrar soluciones sostenibles juntos. Necesitamos unirnos y reunir nuestros recursos financieros y técnicos.

¿Qué siente al echar la vista atrás y ver todo lo que ha logrado conseguir?

Me inspira a hacer más. Porque siento que si he hecho eso, puedo hacer mucho más. Porque cada vez que rompo un techo de cristal, sé que puede haber uno más. Cada día, cada mes, me pregunto qué he logrado. Hago mi propia autoevaluación porque cada vez que logro algo, me da fuerza y me inspira para lograr más.

A lo largo de este camino, dejando a un lado diferencias culturales, ¿ha encontrado dificultades simplemente por el hecho de ser mujer?

Por supuesto. He encontrado muchas piedras en mi camino, muchas montañas que mover. Porque soy una mujer y soy joven. Cuando comencé con mi empresa me relacionaba con hombres que me doblaban la edad. Así que no era solo una mujer, era una mujer y, además, era joven. Antes me sentía intimidada pero hubo un punto de inflexión. Fui a una delegación del gobierno Pakistaní en Dinamarca para obtener energía renovable. Se reunieron diez empresas de Pakistán y diez de Dinamarca. Cuando vi que yo era la única mujer en las compañías pakistaníes no me sorprendí, era Pakistán. Pero cuando vi que en las de Dinamarca no había ninguna mujer me di cuenta de que el problema era global. Recuerdo pensar y decirme a mí misma: «Ser la única mujer aquí, en realidad, es una fortaleza para mí. Soy diferente y me respetan, no es una debilidad». Cambié de perspectiva y después de eso no hubo vuelta atrás. Creo que no se trata del mundo que te rodea, se trata de cómo te percibes a ti mismo. Si sales pensando que eres una mujer bonita, que tiene una cara bonita y que todos estos hombres te intimidan, te intimidarán. Pero cuando sales, sabiendo eres competente y tratarás con ellos como una persona de negocios, te respetarán.

Como sociedad, aún nos queda mucho camino por andar tanto en sostenibilidad como en el empoderamiento de la mujer ¿cómo ve el futuro de estos dos campos?

El futuro está en las alianzas. Se está llevando a cabo un gran trabajo para la sostenibilidad y el empoderamiento de las mujeres pero queda mucho trabajo que hacer. La magnitud de los problemas es mucho más grandes que la de las soluciones que se avecinan. ¿A cuántas mujeres puedo llegar? A un par de miles, millones€ pero hay muchas más en todo el mundo que necesitan ayuda. Lo que tenemos que hacer es compartir las mejores prácticas, relacionarnos más. Compartir lo que se hizo bien en mi país y funcionó, para que también puedan hacerlo en otros países. Necesitamos crear esa cultura de intercambio entre nosotros para que podamos acelerar las soluciones de los demás y lograr la escala que necesitamos. Unirnos, ayudarnos y aprender unos de otros. Y dejar de reinventar la rueda, la rueda ha sido inventada y ahora es momento de correr. De nuevo, el futuro para mí está en las alianzas para la sostenibilidad y el empoderamiento de género.

Conoce a Julio Andrade, director del Centro Cifal en Málaga, ¿ha tenido la oportunidad de hablar con él sobre la posibilidad de aplicar estas alianzas a nivel local?

Sí, estuve hablando con él sobre esto. Él trajo a la ciudad el Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones. Pero Málaga también es un gran lugar para otras oficinas de la ONU. Le presentaría a la directora ejecutiva de ONU Mujeres en Nueva York para discutir la posibilidad de traer las oficinas de ONU Mujeres a Málaga. Y luego también hablamos de las oficinas de la Unesco para Málaga. Porque en Córdoba, Sevilla y Granada tenemos centros certificados, así que estamos planeando traer la UNESCO a Málaga, para que Málaga pueda convertirse en un centro de la ONU con diferentes agencias en el territorio.