Cuentan que cuando Napoleón inició la invasión de Egipto le iba a dar una alferecía. Pero no en el sentido literal de esta preciosa palabra en desuso, que hace referencia a algo parecido a la epilepsia.

En realidad, la alferecía le iba a dar por el calor tan intenso que padeció, pues al genial estratega no se le ocurrió otra cosa que iniciar la conquista en época de altas temperaturas y además, con sus soldados bien abrigaditos, con uniformes más propios para pasar el invierno en Suiza.

Los sastres del fugaz imperio francés aligeraron las telas y pese al descenso térmico, la aventura fue un fracaso. En todo caso, el de Córcega tuvo tiempo suficiente para soltar su famosa frase: «Desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos nos contemplan».

En el veranillo del membrillo o de San Miguel se puede soltar una frase parecida, quizás no tan cargada de siglos, si uno trepa hasta el único cerro superviviente del lateral del Cementerio de San Miguel.

Desde lo alto, y siempre que el paseante sortee con pericia las cacas de perro, se topará con un espectáculo urbanístico en toda regla. Porque, por fin, después de penurias sin cuento y de quejas de muchos años de los vecinos, nuestro Ayuntamiento se ha puesto manos a la obra para urbanizar este terrizo que era uno de los mayores yacimientos de barro y polvo de Andalucía.

Era casi un ritual, el día de Todos los Santos, coincidiendo con la visita de Paco de la Torre al camposanto, preguntarle por este descampado tan desasosegante.

Padecía la misma situación de enfermo crónico que otros como el de la calle México (ya desaparecido) y el que todavía sigue dando días de gloria a los vecinos de la calle Ferrería de Heredia, junto al Parque Huelin. En suma, un barrizal en cuanto caían cuatro gotas, polvareda en verano y un caos de coches aparcados de cualquier manera.

Todo esto, en el lateral de San Miguel, es cosa del pasado y hay que felicitar al Consistorio por la aparición, por fin, de espacios ordenados y hasta de un calle, para que la Casa de Tócame Roque haga mutis por el foro.

Quizás la urbanización del lateral también destierre una práctica muy en boga entre los malagueños más simpatizantes de los hombres del Pleistoceno como es la deposición de escombros en los huecos del muro del cementerio de San Miguel, un recinto que por cosas del destino es un Bien de Interés Cultural.

A lo mejor, el que todo el entorno del camposanto esté adecentado les quita las ganas de actuar con la brusquedad de sus más lejanos ancestros.

Con la plaza del Patrocinio lista y en funcionamiento, sólo hay que esperar a que al Ayuntamiento no se le ocurra la insensatez de plantar más pérgolas sin plantas y en su lugar plante árboles frondosos. Pero el primer paso, muy importante, ya está dado. Mejor que Napoleón.