Ana Pomares Ruiz es una venerable señora (más de nueve décadas peina) que reside en Algeciras. Hace cinco años, se enteró de que en Almería se iban a celebrar, gracias a la coordinación de los historiadores Francisco Martín y Sonia Cervantes, unos encuentros sobre la recuperación de la memoria histórica centrados en los testimonios de las víctimas del franquismo. Ana decidió cruzarse media Andalucía en autobús, sola, para acudir a aquellas charlas (entonces tenía 86 años). Cuando terminó la sesión, en la que se había hablado mucho de la desbandá, la mujer levantó el brazo y dijo: «Yo estuve en la Carretera de Almería y quiero contar mi historia». Porque Ana Pomares Ruiz nació en Málaga y tenía sólo 9 años cuando tuvo que esquivar junto a su familia las bombas franquistas de uno de los episodios más negros de la historia española contemporánea. Hoy, cuatro años después de ese viaje en autobús de 7 horas, Pomares cuenta su historia en un libro, 'La guerra en mis ojos. Los cuatro exilios de Ana' (Editorial Círculo Rojo), a punto de ser presentado.

El volumen es fruto de las conversaciones entre la malagueña de nacimiento y los citados historiadores, que desde aquel encuentro en un instituto almeriense mantienen una relación muy afectuosa. Todos ellos componen la mirada aterrada de aquella niña que tuvo que huir de la guerra, driblando cadáveres (muchos de otros niños como ellos), gritos de dolor de los heridos y de desesperación en aquella escena de pura sinrazón. Cuentan los historiadores que la memoria de Ana es cada vez más prodigiosa (meses después de los diálogos para la confección del libro, la malagueña de Algeciras les llamaba por teléfono para añadirles datos y escenas de las que se acababa de acordar), aunque ella dice que no es tal el mérito: la realidad es que era imposible que olvidara lo que vio y vivió en aquella huida trágica.

Niña

La guerra en mis ojos nos presenta a una niña asustada, pero, dicen Martín y Conde, «también esperanzada y decidida a sobrevivir». Junto a ella, su padre, Juan, patrón de barco de pesca, y su madre, María Ruiz Mira, así como sus hermanos: Frasquito, María y Remedios. Era una de las muchas familias malagueñas que se salvaron de un destino cruel, aunque ésta fue, sin duda, una de las que más difícil acomodo encontró en su huida: el libro se subtitula Los cuatro exilios de Ana porque la malagueña y los suyos se establecieron sucesivamente en Almería, Orán, Barcelona y Valencia. Una ruta jalonada por otras poblaciones en las que se micro-exilaron, marcada, en todo momento, por la guerra, la violencia de los españoles que antes eran hermanos y ahora se consideraban enemigos irreconciliables y el sonido de las bombas descargadas por la aviación franquista sobre los civiles.

Atrocidades

«Quiero que la gente joven conozca todo lo que pasamos, todas las atrocidades que cometieron durante la guerra y también en la posguerra, que fue peor porque había mucha hambre. Quiero que lo sepan para que nunca más ocurra una cosa como aquella», dice Ana Pomares. A sus 91 años, insistimos, lleva ya varios ofreciendo charlas en institutos y todo tipo de centros comunitarios, brindando su testimonio personal e intransferible, el de una superviviente genuina que afrontó algunas de las más negras tragedias a una edad en la que debería haberse dedicado sencillamente a exprimir la felicidad.

La primera persona de Ana Pomares Ruiz conforma el grueso de 'La guerra en mis ojos', que cuenta con las aportaciones de varios investigadores para la contextualización histórica de sus cuatro exilios y unas palabras del prestigio hispanista británico Paul Preston.