Hay momentos en la vida que quedan grabados en nuestros recuerdos para siempre, que somos incapaces de olvidar. En muchos casos, estos sentimientos son tan intensos que siempre queremos llevarlos con nosotros, como una herida de guerra, un símbolo que nos recuerde una lección de vida, una persona especial o una experiencia que nos ha marcado. Los tatuajes son mucho más de un dibujo en nuestra piel, son partes de nuestra vida que se convierten en símbolos perennes.

Hoy día, es muy común ver a personas tatuadas, cada una con diferentes símbolos, palabras o dibujos. Algunos, simplemente por gusto y otros por un significado especial, como es el caso de los tatuajes cofrades, que traspasa el sentimiento y se funde con la piel en forma de tatuaje.

Daniel Fernández empezó a tatuar hace tres años, tras cambiar los pinceles por la máquina de tinta. «Fue de casualidad», admite. Un día en la escuela de arte de San Telmo, mientras trabajaba en una talla en madera, un amigo se fijó en como dibujaba y le animó a dar el paso hacia el mundo de los tatuajes. «Seguro que se te da genial», le dijo por aquel entonces. A partir de ese momento, hizo de tatuaje su oficio y, pocos meses después, montó su propio estudio. «Fue la transición, cogerle el truco a la máquina después de estar acostumbrado al pincel o el carboncillo».

Aunque lleva poco tiempo, su vida está marcada por el arte. Desde pequeño se ha dedicado a la pintura, siguiendo los pasos de su padre. «Llevo pintando toda mi vida, además hago esculturas de cristos en madera o barro. Es algo que llevo en la sangre».

Lo que más le gusta de su oficio son los tatuajes cofrades. «El día que hago un cristo o una virgen no trabajo, es un disfrute». Estos son su mayor reclamo, por lo que la mayoría de sus tatuajes están relacionados con esta temática. «Si el día tiene cinco días laborales, tres de ellos tatúo motivos cofrades», explica. Aunque son un éxito, cada uno es diferente y especial, ya que el cliente siempre añade algún detalle personal. «Algunos me piden que le añada una flor, otros un símbolo por alguien especial».

Sin duda, estos tatuajes son los que más fama le han proporcionado, algo de lo que se siente muy orgulloso. «Es donde me siento a gusto porque soy cofrade de toda la vida y vengo de una familia con tradición cofrade». Se siente agradecido porque la gente reconoce su trabajo y confía en él.

Cada diseño que tatúa es suyo, por lo que trabaja con imágenes de mucha calidad. «Suelo usar fotos profesionales o de fotógrafo» , para poder recrear de la mejor forma posible la imagen. También tiene su sello el montaje del dibujo, que depende de la parte del cuerpo en la que vaya a ir. «Cada obra que sale del estudio son como hijos tuyos».

Desde las diez de la mañana, hora a la que abre su estudio, El Museo Tattoo, Daniel trabaja en el diseño, detalles y zona del cuerpo donde va a ir el tatuaje junto con el cliente, lo que ocupa entre una y dos horas. Una vez finalizada la tarea sobre el mediodía, comienza a tatuar hasta las nueve o diez de la noche como mínimo. «Es un trabajo de 12 horas, pero me encanta y lo disfruto mucho», concluye.

Se toma muy en serio su trabajo y su marca personal, por lo que no tatúa cualquier cosa que el cliente le pide. «Rechazo muchos tatuajes porque para mi no todo tiene que ser dinero. Cuando uno se dedica y se quiere especializar en algo, yo no quiero que de mi estudio salga algo que no lleve mi sello». Si el tatuaje no concuerda con su estética, recomienda a las personas otros estudios donde pueden ir a tatuarse.

Daniel abrió la agenda para el próximo año hace menos de un mes, y tal es el éxito que tiene siete meses cerrados. «Yo siempre trabajo así». Cuando quedan tres meses para finalizar el año, abro la agenda para el siguiente hasta que la cierro, porque no me gusta tener quedar una cita para 2024, no me parece serio ni profesional».

Está encantado con el cambio que se está produciendo estos últimos tiempos en el mundo del tatuaje. «Está llegando a un punto artístico de ebullición. Ya no es lo que era antes, ahora es otra cosa, no una simple estrella o una letrita».

Mientras la vida sigue su curso, Daniel continuará marcando una pasión que permanecerá imborrable en la vida de sus clientes.