Cuando se avecina la llegada de fuertes lluvias, Málaga se ha acostumbrado a mirar al cielo con preocupación por las posibles consecuencias que puedan acarrear, como ocurrió hace unas semanas con la gota fría, que afectó a casi una veintena de municipios y que han supuesto un desembolso superior al millón y medio de euros de la Administración regional para devolver la normalidad a las localidades damnificadas.

En concreto, Málaga capital es un municipio muy proclive a sufrir inundaciones debido a un compendio de factores, no solo por la propia idiosincrasia del territorio sino por la acción humana. Tanto es así que la localidad de Málaga aúna 20 de los 50 puntos de aglomeración urbana que arrastran el riesgo de sufrir una inundación en la comunidad, según identifica el Plan de Prevención de Avenidas e Inundaciones en Cauces Urbanos Andaluces, elaborado por la Junta de Andalucía.

Con riesgo muy grave se encuentran las zonas del arroyo de las Cañas, arroyo Guadalhorce y el río GuadalhorceCampanillas, así como la propia capital de municipio, la única andaluza con un «riesgo máximo» de aluvión.

El resto de los puntos señalados por este plan son arroyo Cuarto Medio, arroyo El Calvario/ La Manía, arroyo Pilones, Cañada S. Antón, arroyo La Yegua, arroyo de la Culebra, arroyo Boticario, arroyo Galicia, arroyo Wittemberg, arroyo Merino, arroyo Cuarto Bajo, arroyo Leñar, arroyo Jaboneros, arroyo Quintana, arroyo Sastre, arroyo Toquero y el arroyo Los Ángeles / El Burro.

Situación agravada

El Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Málaga (PLOT) sostiene que la provincia, con una longitud de costa de unos 200 kilómetros, se caracteriza por la presencia de grandes sistemas montañosos cercanos a la línea de costa, con «fuertes pendientes», un rasgo que el Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), un organismo dependiente del Ayuntamiento de Málaga, subraya como uno de los elementos que agravan el riesgo de inundaciones,a lo que se suma la alta deforestación y la existencia común de zonas llanas y vegas de los ríos. En esto último, el Observatorio apunta al área del Guadalhorce.

A estas características se añade el comportamiento de las precipitaciones, tendentes a los períodos de sequía y a la llegada de lluvias torrenciales en primavera y otoño. Sin embargo, no solo los rasgos naturales hacen de Málaga una zona fácilmente inundable, sino que la huella humana predispone en gran medida al territorio.

En relación a esto, el Plan del Clima de Málaga, apodado como «Alicia», muestra que durante las décadas de los sesenta y los setenta, la zona litoral del municipio se ha ido ocupando de forma progresiva, impulsada por la presión turística, además de una ristra de infraestructuras construidas en paralelo a la costa de este a oeste que, según indica el estudio, «ejercen un efecto barrera al interrumpir los cauces fluviales».

Por barrios

El Plan del Clima de Málaga pone el foco en aquellos barrios con mayor superficie inundable, en este caso, a causa del desbordamiento de los ríos, en la mayoría de las ocasiones ubicados en la periferia. Según datos del Ayuntamiento de Málaga, entre los distritos con mayor afección por el desbordamiento de los cauces fluviales destacan Miramar del Palo, El Prado, El Brillante, El Tarajal o El Limonar.

Y en cuanto a los barrios que podrían sufrir con mayor probabilidad la crecida de los mares, el OMAU recalca cuatro zonas con mayor peligro: Sacaba Beach, San Carlos, Torre del Río y San Andrés, aunque también se verían perjudicados Pedregalejo y El Palo, al este, y al oeste, Arraijanal.