Cuentan que Marcial Lafuente Estefanía, el legendario y prolífico autor de novelitas del Oeste (en este escaso rato ya habría escrito una), fue un antiguo general republicano que vivió de forma discreta en un pueblecito de Ávila, a modo de exilio interior, y se dedicó a inundar los kioscos de la España franquista con su ingente inventiva más allá del Río Pecos.

Lo curioso es que, para dar veracidad a ese mundo de vaqueros que mascaban tabaco y escupían balas, se ayudó de un atlas de América del Norte y una guía de teléfonos de San Francisco, de donde extraía los nombres de todos sus sheriff, cuatreros e hijas de terratenientes.

Gracias a esta ayuda, y a sus recuerdos de sus viajes por Estados Unidos antes de la guerra, los lectores españoles creyeron que estaban ante un auténtico as del Oeste, armado con pluma estilográfica en vez de con revólveres Colt.

El ejemplo de Lafuente lo traemos aquí porque otro escritor, mucho más reconocido, uno de los grandes, echó mano de una importante 'ayuda exterior' para crear uno de sus personajes más inolvidables.

Hablamos de don Benito Pérez Galdós, del que la editorial Cátedra acaba de publicar sus cuatro novelas sobre el usurero Francisco Torquemada, en un solo volumen. La saga cuenta las andanzas de este prestamista, más agarrado que una pelea de pulpos y especialista en apretar las tuercas a sus pobres inquilinos, que ve cómo el matrimonio de conveniencia con una joven de alta cuna venida a menos le catapulta al estrellato social, pues consigue ser nombrado marqués y senador y olvidar sus oscuros comienzos.

Cuentan algunos especialistas que para dibujar el ascenso social de este otro Torquemada, Galdós se inspiró de forma parcial en la figura del malagueño José de Salamanca y Mayol, otro cohete que brilló en el cielo del Madrid isabelino gracias a su fastuoso progreso económico y social, en buena parte por sus mañas en las finanzas.

En Málaga, el marqués de Salamanca está encumbrado, con razón, como una de las más brillantes glorias locales y no hay que olvidar que el madrileño barrio de Salamanca nació gracias a él. Eso no quita para que Galdós, dicen los entendidos, se inspirara en él y se hiciera eco de las muchas envidias que levantó en su intensa carrera financiera, a lo largo de la cual sus enemigos lo tildaron de especulador y de barrer para casa (y para su fugaz Banco de Isabel II) cuando fue nombrado ministro de Hacienda.

En esta línea, el ficticio palacio de Gravelinas que adquiere el usurero estaría inspirado en el que José de Salamanca levantó en el Paseo de Recoletos. Siguiendo esta teoría, Torquemada es un personaje cuyas andanzas en esta saga en parte beben de la increíble vida del empresario malagueño, aunque la creación de Galdós sea una (inolvidable) caricatura.