En muchas ciudades españolas se vive una primavera turística pero el modelo también ha hecho crisis y es fundamental, según los expertos, gestionar el territorio con criterios medioambientales y sostenibles. Para lograr eso, la idea de algunos destinos ha sido imponer una tasa turística o ecotasa. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, dijo hace unos días que por ahora no la tienen en mente para la ciudad, pero «más adelante se puede hablar de ello». La Opinión de Málaga ha hablado con los primeros actores del sector turístico y los partidos con representación municipal y la conclusión es clara: la ecotasa divide a unos y a otros. Mientras que la mayoría del sector la rechaza de plano, unos partidos la ven con buenos ojos y otros no.

El alcalde introdujo diversas variables en la ecuación

: que haya consenso con la autonomía y que el control de los recursos sea compartido entre el Ayuntamiento y el sector privado. El Foro de Turismo, en el que están representado el Consistorio y los empresarios, sería «un buen espacio» para hacerlo. El carácter de la tasa ha de ser finalista, es decir, lo recaudado habría de ir a un fin concreto: limpieza, sostenibilidad, mobiliario, etcétera... y la consecuencia final tiene que servir para mejorar la calidad del turismo y reforzar la potencia de la ciudad de cara a los visitantes.

Antes del análisis, la foto fija del turismo en la ciudad: el impacto económico fue en 2018 de 3.289 millones de euros, un 15,7% más que en el ejercicio anterior. En ese año (se mide de noviembre de 2017 a noviembre de 2018) visitaron la ciudad 4,42 millones de personas, un 12% más.

Manuel Camacho, vicepresidente para Málaga y Rincón de la Victoria de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (

Rincón de la VictoriaAehcos es claro: «No apostamos por una tasa, ni ahora ni en el futuro». «No creemos en ello, en otros destinos está implantada desde hace años: el cliente no tiene referenciado qué se hace con su dinero y ello debe ser reconocible para quien lo paga. Además, ¿quién paga? ¿Los hoteles sí y los restaurantes no? ¿Los coches de alquiler? Es un sector transversal», dice.

La tasa, al menos en una primera fase, se aplica por pernoctación al turista hotelero, que abona más según las estrellas del establecimiento (de tres a cinco estrellas). La ecotasa, subraya Camacho, se abona en la recepción del hotel, cuando se le factura, y este paga una cantidad equis por día. «Nosotros ya pagamos impuestos, la basura, el alcantarillado, etcétera... es más que suficiente. La tasa no supondría mucho dinero para el cliente, pero sí hay destinos que compiten con nosotros que no la tendrían. No parece competitiva la tasa ni ambientalmente ni desde otro punto de vista».

La clave, dice Camacho, es saber hacia dónde va la suma. «Quiero saber exactamente qué se hace con ese dinero y qué mejora medioambiental se aplica. No estamos de acuerdo con implantar la tasa turística».

Javier Frutos, presidente de los hosteleros malagueños (Mahos)

, considera que una tasa turística «nos dejaría sin ser competitivos. Habría que ver qué opina el sector, pero en principio podría perjudicar mucho», para aludir luego también a la pérdida de competitividad que podría darse, porque, en su opinión, si el cliente no va al hotel sufre toda la ciudad, ya que no gasta en restauración ni en otros servicios. «Ya pagamos suficientes impuestos como para que eso repercuta», precisó.

Carlos Pérez-Lanzac, presidente de la Asociación Andaluza de Viviendas Turísticas (AVVA)

, tiene una visión menos férrea, más flexible, pero pide cautela y diálogo. «El cliente de vivienda turística no dice que no, estarían dispuestos a pagar la tasa si permite paliar algunos efectos negativos que se producen en los destinos». Eso sí, la tasa en ningún caso podría ser fija ni rígida. «Las tasas, en mercados cambiantes, pueden tener efectos negativos en la pérdida de competividad. Es decir, ha de ser flexible y tener un carácter finalista. No la vemos con malos ojos, pero hay que ver qué tasa se pone y cómo se cobra». Bajo su punto de vista, «no es que haya que tener prisa y la veamos necesaria, pero el día que se plantee habrá que trabajar con el Ayuntamiento, ver qué plantean. Debe ser una decisión unánime de todo el sector turístico, porque vamos todos en el mismo barco», agrega. Si la tasa crece mucho (un aumento exponencial anual) al final añadiría un sobrecostes a los precios de la capital de la Costa del Sol, con lo que ciudad competiría con destinos con los precios más bajos (Túnez o Egipto y, en general, todo el Mediterráneo, ya que en estos países no existe esa tasa).

Un estudio al que alude Pérez-Lanzac, el Barómetro del Alquiler Vacacional en España en 2018, concluye que los usuarios de las viviendas turísticas están dispuestos a contrarrestar los efectos de su actividad mediante el pago de una tasa turística, especialmente los extranjeros.

El problema, como ocurre en muchos campos, es que no hay regulación superior que marque el camino, sólo algunos destinos españoles en los que se ha implantado. Por ejemplo, en Barcelona, que ahora quiere aplicar un recargo de hasta cuatro euros al día por las pernoctaciones o estancias de cruceros, dinero que se sumaría a lo que ya cobra la Generalitat.

En el marco regulatorio, según explica el portal Cohosting.es, hay dos posibilidades: que el Ejecutivo central modifique la Ley de Haciendas Locales para que cada municipio decida o que regule la autonomía, lo que afectaría a la generalidad de municipios turísticos, dejando menos margen al criterio propio.

El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, Daniel Pérez, plantea una opinión en el que deja la puerta abierta a la ecotasa, pero con algunas condiciones para su implantación: «En principio, no estaríamos en contra de un gravamen turístico siempre y cuando, en primer lugar, el Gobierno regional lo autorice; en segundo lugar, si queda lo suficientemente claro en qué se iba a revertir esa suma, con un plan de inversiones cuatrienales».

El edil de Adelante Málaga Nicolás Sguiglia es partidario de la tasa, que incluso llevaba en su programa. En Málaga habría de aplicarse en función de las estrellas de los hoteles, de tres a cinco, y la suma por pernoctación iría desde uno a 2,40 euros. El carácter, declara, habría de ser finalista, lo que significa que ese dinero tendría que invertirse en limpieza y embellecimiento de la ciudad, por ejemplo. También proponen una tasa específica para los cruceristas. La primera fase, claro, comenzaría por los hoteles. Eso sí, considera que habría que estudiar detenidamente los flujos turísticos en ciudades de las características de Málaga para evitar que la tasa, con la que están muy concienciados, por ejemplo, los turistas del Norte de Europa, no perjudique la competitividad del destino.

Noelia Losada, portavoz de Cs en el Consistorio, asegura: «No estamos por tasas turísticas. Estamos en una dinámica de crecimiento continuo con un aumento del 9,5% en pernoctaciones en la capital en el primer semestre o un verano con los mejores registros de la última década. El turismo aporta muchísimo al PIB de la comunidad. Se están generando ingresos suficientes para no tener que aplicar la tasa. Tal y como vamos, el turismo goza de buena salud y no es bueno en un momento de crecimiento permanente de un sector vital para crear empleo y riqueza».