Los políticos de todos los países europeos estén o no en el poder comparten una misma preocupación de difícil desenlace; en lo que no están de acuerdo, especialmente en España, y sobre todo los periodistas de la prensa escrita o hablada con o sin imagen, es en la utilización de las palabras para encarar la información.

La palabra emigrante (el que emigra) tiene dos variantes con el mismo significado: inmigrante y migrante. Total, que uno lee y oye una y otra vez sobre el problema de la emigración, de los inmigrantes que llegan en pateras, el destino de los migrantes... El Obispado de Málaga tiene una delegación denominada precisamente «...de Migraciones». Yo, que soy un poco antiguo, sigo utilizando la palabra de toda la vida, o sea, emigrante, como la canción de Juanito Valderrama 'Soy un emigrante'.

De momento la solución adoptada ante las oleadas de ciudadanos de los países árabes y África Central que llegan a nuestras costas está provisionalmente en acogerlos en los pabellones de deportes..., dejando a los deportistas sin poderlos usar. No tengo animadversión alguna contra esos desdichados que abandonan lo poco o mucho que poseen en sus lugares de nacimiento y se lanzan a la aventura en frágiles embarcaciones buscando paz, trabajo y justicia. Necesitan del apoyo de los ciudadanos de países donde se vive mejor o mucho mejor que en los suyos.

El problema está en encontrar una solución para el día siguiente al arribo constante de grupos de setenta u ochenta personas de uno y otro sexo, niños y bebés a veces sin sus mayores. Las ONG, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la local, la Cruz Roja, voluntarios... los reciben y ¿qué?

A unos se les pone en libertad para que se las arreglen como puedan; a otros, pocos, se les devuelve a sus puntos de origen y que volverán otra vez a intentarlo jugándose nuevamente la vida. El resto se desplaza a Francia, Alemania, Suecia... y no a Inglaterra porque no se les deja entrar.

Málaga

La situación geográfica de Málaga nos convierte en uno de los posibles puntos de entrada a la península, compartiendo esa posibilidad con Algeciras, Tarifa, Cádiz, Almería, Motril y otros puntos como Murcia y Alicante.

Nuestro puerto ha sido y es elegido en varias ocasiones, y la más sonada fue la que obligó al Gobierno a elegir las todavía no inauguradas obras de construcción de la cárcel de Archidona. Los acogidos y los defensores de la acogida de emigrantes, en lugar de agradecer el gesto -alojamiento, comida, seguridad, atención, aseo...- reaccionaron de forma violenta porque el futuro destino del lugar era, y ya es, prisión para condenados por la Justicia. Cuando lo abandonaron, en señal de 'agradecimiento', dejaron destrozos del mobiliario e instalaciones, teniendo el Gobierno que gastarse un pastón para poder cumplir su misión carcelaria.

La conducta

En no pocas ocasiones, y esto se publica y difunde digamos de tapadillo, los emigrantes, inmigrantes o migrantes, hacen uso de la fuerza para alcanzar la meta, o sea, cruzar las fronteras españolas.

Se destaca, a veces, que varios de los emigrantes resultaron heridos en la lucha para acceder al territorio español. Las fuerzas españolas de seguridad son acusadas cuando lo que hacen es cumplir el deber que les obliga su condición militar o policial.

En más de una ocasión se habla y escribe de los heridos en las refriegas y, sin darle importancia, se alude a la ligera a los policías o guardias civiles agredidos, como el caso del arrojo de cal viva sobre los celadores del orden. Se destacan los daños causados a algunos emigrantes y no se condena la violencia de los migrantes, emigrantes... que lanzan piedras y apalean a la policía. Si un miembro de los cuerpos citados cumple con su deber, surgen voces condenando el hecho; si el herido o quemado por cal viva es un policía, la callada por respuesta. «España da la bienvenida a los emigrantes», «Málaga acoge»... pero de los policías heridos ni una condena. De pena.

La Unión Europea

Hasta que Italia dijo no, el problema de la llegada de magrebíes y subsaharianos a España, digamos que se iba capeando bien o regular, porque una parte de los emigrantes, al pisar Europa, se diluía porque la meta era Centroeuropa, preferentemente Francia y Alemania; el no de Italia y Malta, y la acogida por parte de España de grupos perdidos en la mar, ya sabemos las consecuencias: todos a España.

La Unión Europea está formada por veintiocho países, incluida Gran Bretaña que todavía es miembro porque el 'adiós, que me largo' -Brexit por lo fino- no se ha producido aún.

Si Europa es un conglomerado de países con normas aceptadas, la solución al problema tiene que ser compartida. Claro que en el caso de Puigdemont, Bélgica y Alemania, se han hecho el longui que es lo mismo que hacerse el sueco, o sea desentenderse de algo que no le interesa.

Pues bien, los suecos, como los españoles, los italianos, los alemanes, los franceses..., aunque nos pese a todos, tienen las mismas obligaciones que las que España ha asumido por negarse los italianos y malteses a cargar con la grave responsabilidad de darle cobijo y comida a los que vienen jugándose la vida en las peligrosas pateras, zodiacs, cayucos...

La emigración, y hay que ser ciego para no verlo, es un negocio inhumano perfectamente organizado. Cuando sale una patera o cualquiera otra embarcación, los que manejan el negocio, llaman inmediatamente a Salvamento Marítimo para que los recojan en el Estrecho de Gibraltar o en el Mar de Alborán y trasladen a los desgraciados a un lugar seguro.

Hay dos problemas; uno no admite espera; el otro, es cuestión de tiempo.

¿Por qué vienen?

Vienen porque en los países en que han nacido no hay recursos... o los recursos tienen destinos oscuros, como enriquecerse los gobernantes, comprar armas para mantenerse en el poder, desviar el dinero a los paraísos fiscales... Y los beneficiarios no son solo los reyezuelos o sátrapas de algunos países africanos sino los fabricantes de armas que se las venden a precio de oro. Y las fábricas de armas no están precisamente en esos países de la hambruna y la desesperación; están... en los países de la Comunidad Europea, Estados Unidos...

No soy historiador pero algo he leído desde que tengo uso de razón. África ha sido arruinada o asolada por países europeos que esquilmaron sus riquezas naturales y no invirtieron en su industrialización y mejora. Fue una constante rapiña que se ha prolongado hasta el momento presente. He leído que África necesita un plan parecido al famoso Plan Marshall que Estados Unidos puso en marcha al terminar la Segunda Guerra Mundial y que benefició a muchos países europeos... menos España, que tenía un régimen no democrático.

Es muy sencillo, lo reconozco, abogar por un plan similar al Marshall; pero algo hay que hacer. La forma de que no vengan huyendo de las guerras y hambre los emigrantes, migrantes o inmigrantes es invertir en los territorios creando riqueza en forma de cultivos, industrias transformadoras, formación profesional... Mientras la situación no se encare de verdad, el problema de la emigración irá en aumento hasta... No soy adivino. Los que están en Bruselas y Estrasburgo tienen que ponerse las pilas. Los sueldazos y prebendas de que disfrutan deben servir para algo más.

¿Qué puede hacer España? Contando con la ayuda económica de Comunidad Europea y dirigidos por personal idóneo, invitar a los menos preparados o sin oficio conocido a instalarse en los pueblos españoles abandonados o semi abandonados donde podrían iniciar una nueva vida, facilitándoles los medios para cultivar la tierra, criar ganado, repoblación forestal y prepararlos para poder convertirse en ciudadanos del país elegido. Un año o dos después de radicarse empezarían a recoger los frutos de su trabajo.

Y los que no quieran, con perdón, que se vayan.