Bueno, entrar en un cine hoy no es lo mismo que ayer, no solo por las salas, claro, la incomodidad de antes no era tal entonces, estábamos muy cómodos en aquellas butacas, aunque ahora sean más mullidas en estos nuevos anfiteatros. De esto y de muchas cosas más del cine y de la vida sabe mucho José Luis Garci, y lo demuestra desde este viernes pasado con El crack cero, ay, qué tiempos. Regresa Germán Areta, que en muchísimos aspectos es él mismo, ahora no está Alfredo Landa, es imposible encontrarlo, es Carlos Santos. Como dice un colega, Luis Martínez, entre Garci y Areta, «a los dos les puede el dry martini, el mus entre amigos, la belleza sin adjetivos, la noche empapada de neón y la bondad entendida como un ejercicio de dignidad». Bueno, la peli va sobre la Transición, así en mayúscula la inicial, casi nada. Entonces era ETA, hoy son los independentistas catalanes que se pasaron robando más del tres por ciento y entonces vino la fuga hacia delante. Hay una gran violencia contenida en El crack cero. Nada más que por comprobar que es verdad eso que dice Garci de que «España es un país en el que no nos queremos» hay que ver la cinta.

La ración es doble. Además, entro en Ad Astra, en Vialia. Una película de James Gray, con Brad Pitt y Tommy Lee Jones. Un conflicto padre-hijo llevado a los anillos de Neptuno. También una búsqueda inútil de vida inteligente en el espacio, pero si no la hay en la Tierra, cabe preguntarse, ¿por qué iba a haberla fuera?, pues en eso estamos. La ciencia ficción es mucho más entretenida que la política, en la que todo es ficción y no hay nada de ciencia. Por eso, Amenábar ha parido al Unamuno que le ha dado la gana en Mientras dure la guerra, no el real, y es que ya saben, no dejes que la realidad te estropee un reportaje, una película, lo que sea.

Y entra por la puerta grande en mi Facultad, de Ciencias de la Comunicación, David Jiménez, periodista que fue efímero director de una redacción, por un año, para defender ante los alumnos que sí es posible, no asaltar los cielos, como dijo Podemos, sino hacer el periodismo que le interesa a la gente, no a una parte del IBEX u otros muñidores, y es verdad, siempre que no se caiga también, esto lo digo yo, en autoconsiderarse un batman que viene a arreglar el mundo, que también los hay, porque este mundo es como es porque somos como somos, y cambiar a la gente se ha intentado con resultados criminales de millones de muertos. Gran David Jiménez, humilde y ético.

Por aquí abajo, el PSOE de Madrid le abre un expediente a Noelia Posse, la alcaldesa de Móstoles, por colocar a todo aquel que tiene su sangre, y en Andalucía un par de escándalos más del PSOE, antes de la sentencia de los ERE, que sigue con retraso, no sea que perjudique. De esto, de ProMálaga y de tantas cosas hablamos en El Envero. El queso es excepcional, igual que el pescado a la sal, pero el vino... El Puntido, de uva tempranillo, un gran reserva de Rioja€ grandioso. Y comentamos que este verano en Almagro, durante las jornadas de su festival de teatro clásico, se ha producido el milagro de la alianza entre la gastronomía y la escena, y este es un hecho que puede dar lugar a otros también gozosos. Y es que la cocina es cultura desde siempre, aunque haya incultos que comen bien, pero no se enteran. También en Cuenca se ha convocado el Concurso para Cocineros Profesionales, que premia el mejor plato inspirado en alguna obra del Museo de Arte Abstracto Español; o el caso de las becas otorgadas por la Real Academia de Roma, que se otorgan a propósitos culturales de los cocineros y sus musas. En fin, que la cocina da para mucho con imaginación, la loca de la casa, que la llamaba Santa Teresa. Escribió Cervantes con mucha razón y tino de las demás cosas de este mundo.

Cuando dejaba la guerra libre nuestro hispano suelo, con un repentino vuelo la mejor flor de la tierra fue trasplantada en el cielo; y, al cortarla de su rama, el mortífero accidente fue tan oculto a la gente como el que no ve la llama hasta que quemar se siente. (...)