Los riesgos del tabaco para la salud son más que conocidos por todos, aún así la cifra de fumadores es alta y pero sobre todo, continúa dándose un considerable crecimiento entre los menores. Al consumo de esta sustancia, a día de hoy le acompaña el de los vapeadores y cachimbas o pipas árabes, esta última, una de las modalidades de consumo de tabaco más populares entre los jóvenes. Y es que, según el último estudio desarrollado por la Agrupación de Desarrollo de Prevención de Adicciones en la provincia, el 49,6 por ciento de los menores que tienen entre los 11 y 16 años de edad fuman mediante este dispositivo que se emplea para fumar tabaco de distintos sabores.

Se trata de una nueva sustancia que junto a las bebidas energéticas (un 61 por ciento de los menores) se posicionan en el punto de mira de los especialistas, ya que según este informe acompañan en el ranking a sustancias habitualmente más consumidas como el alcohol y el cannabis, superando incluso las cifras del propio tabaco, las cuales se sitúan entorno al 20 por ciento de los menores malagueños.

Proyecto Hombre, una de las entidades de prevención colaboradoras en la realización de tal estudio, asegura que «los padres están comenzando a demandar su ayuda», respecto a la gran cantidad de consumo de cachimba por parte de sus hijos.

«A pesar de que son los padres los que piden esa ayuda, estos todavía tienen una percepción muy leve del riesgo real que supone el consumo de esta sustancia para los menores», explica Miguel Neira, responsable del programa de Prevención de la organización.

Sus sabores y el hecho de que se haya extendido a muchos bares y discotecas de la ciudad, está llamando la atención de los más jóvenes y facilitando el acceso a las pipas de agua, «normalizando» su uso. «Actualmente, es fácil acceder a esta sustancia y al instrumento en sí. Ya no sólo se encuentran en las teterías como en sus inicios. Esta sustancia está cada vez más integrada en el ambiente de ocio de los jóvenes y la percepción que tienen estos de que es inocuo y no pasa nada por consumirla, es errónea», afirma Neira.

«Aunque no se aprecia, cuando indagamos comprobamos que el consumo de cachimba es alto. Y a ello, se le suman las bebidas energéticas, las cuales en cualquier supermercado o tienda están a la mano de los menores. Parece que con el alcohol hemos cogido más conciencia pero como vemos, están surgiendo sustitutos».

A la información que refleja el estudio se le suma la media de edad con la que los jóvenes malagueños inician el consumo de estas sustancias, los datos reflejan que el comienzan a usar la cachimba con una media de edad de 12,88 años. Respecto al resto de sustancias que acompañan a este consumo,

El alcohol, aún con las campañas sobre prevención que no se han mantenido de manera estable y continuada, sobre todo en los últimos años, y sigue incrementándose el porcentaje de población que al menos en alguna ocasión lo ha probado. El estudio marca que un 41,4% de la población estudiantil ha probado al menos el alcohol una vez en su vida, sobre todo entorno a los 15 años. Cifra que tal y como se ha expuesto, se ha visto superada tanto por las bebidas energéticas como por el uso de cachimbas, «lo que pudiera dar lugar a pensar que se está ante un cambio en el modelo de consumo».

La propia agrupación autora del estudio, aconseja que «a pesar de que son escasos los datos sobre el uso de la pipa de agua y la habitualidad del consumo en la población, lo que vendría a situar este tipo de consumo como un elemento a tener en cuenta tanto de cara a campañas preventivas como abordar su posible regulación cara a los menores».