Su vocación, recuerda, la tiene desde los 7 años, cuando escribía historias de piratas ambientadas en Inglaterra. La vida luego le condujo a esa misma Gran Bretaña de su imaginación, donde fue corresponsal de varios periódicos y trabajó para la BBC en español.

«Pero hace ya mucho que dejé el periodismo. Por las tardes, cuando terminaba de trabajar, lo que menos me apetecía era ponerme a escribir y en cambio ahora tengo las tardes libres», cuenta Imanol Guillén.

Este bilbaíno, afincado en la Axarquía desde hace 16 años, compró con su mujer una antigua escuela rural con capilla cerca de Vélez para transformarla en hotel rural. Desde entonces compagina este negocio con su vocación de escritor, y a la hora de escribir, por cierto, acompañado de música clásica, sobre todo de las sinfonías de Mahler.

Y si en 2014 publicó 'El hombre que puso fin a las guerras', ambientada en la I Guerra Mundial, el inicio de una trilogía, todavía en marcha, para la que llegó a leer casi un centenar de libros de Historia, ahora ha querido que su siguiente novela, La maldad que sobrevive, de ediciones de Naveus, transcurra en un pueblo ficticio de la provincia de Málaga llamado Benamedina, aunque como explica, «en realidad es Vélez, no le puse Vélez porque ya es una ciudad y quería darle un ambiente un poco más de pueblo».

Pero para que no quepan dudas, destaca, en el vídeo promocional sobre la novela, el autor aparece «en la fortaleza de Vélez».

El libro es la historia de un hombre hundido que, cuando parece que va a llegar lo peor, recibe una carta en la que le informan de que van a vender la casa de sus abuelos, en un pueblo de Málaga. «Así que regresa al pueblo y comienzan a llegarle informaciones alrededor de la Guerra Civil, en la que sus dos abuelos se encontraron en bandos diferentes y cómo chocaron -por un motivo que el lector sabrá- y cómo eso repercute en la siguiente generación, la de su padre, y repercute en él», resume.

El título de la obra, cuenta, recuerda que el siglo XX, cuajado de guerras, «fue un siglo de mucha maldad, por eso no es un libro sobre la Guerra Civil sino sobre la maldad, que dura todavía».

En 'La maldad que sobrevive' aparece la matanza de la Carretera de Almería, un suceso que cuando el autor se afincó en Málaga, «no conocía, fue un crimen de guerra terrible que no tuvo luego una repercusión posterior». En relación con esta huida, explica que escribe sobre una anécdota real que le sucedió a los padres de un amigo de Vélez, «que huyeron y justo cuando empezó un bombardeo, la madre se puso a dar a luz, tuvo el hijo y lo perdió».

Ambientada en los años 90, en la novela se suceden continuas miradas al pasado, a los años 30 pero también a momentos posteriores de la Historia de España.

«Representa Andalucía»

De la novela quiere resaltar a un personaje salvador como Beatriz. «Me gustan mucho los personajes femeninos, me identifico muy bien con ellos y según me dicen las lectoras, los cuadro bastante. Beatriz para mí significa Andalucía porque es inocente, seductora, inteligente, llena de vida, de color y de esperanza».

Cuando a Imanol Guillén se le pregunta sobre la polémica sobre el destino de los restos de Franco responde: «La Guerra Civil fue un golpe de Estado de unos rebeldes a un gobierno democrático. Aunque la República hiciera aguas, no es un motivo para un golpe de Estado. A Franco no puedes tenerlo ahí (el Valle de los Caídos), ni tampoco a Queipo de Llano (Basílica de la Macarena) porque fueron criminales de guerra».