Ahora que estamos inmersos en el cambio climático y las evidencias reducen cada vez más el número de incrédulos, recordemos los efectos que las glaciaciones de las sucesivas edades del hielo tuvieron en los suelos de Europa en tiempos de Mari Castaña: los amasaron tanto, con los lentos vaivenes de los glaciares durante miles de años, que hicieron que nuestros campos se volvieran especialmente fértiles y esponjosos.

Eso explica que, por contra, las selvas tropicales, tierras que en teoría deberían ser Jauja, no lo sean y las trombas y desbordamientos se lleven por delante buena parte del suelo vegetal, por mucho que Bolsonaro, el gran enemigo del planeta, se empeñe en achicar nuestro Amazonas para cultivarlo a todo tren.

Pues bien, cualquier malagueño con valor que ascienda las escaleras del antiguo edificio de Correos, en la avenida de Andalucía, evocará con nostalgia la Edad del Hielo ante la innegable presencia de dos palabras políticamente incorrectas y además, malolientes: ‘mierda retetiná'.

Observen que el adjetivo perdería fuerza si lo escribiéramos completo (‘retetinada’). El diccionario de la Real Academia de la Lengua incluye, como palabra que se emplea mucho en Murcia y Andalucía, el verbo ‘retestinar’ (con ese) y lo define así: «Dicho de la suciedad: penetrar en algo».

En Málaga, al igual que ocurre con ‘merdellón’, que ha pasado de definir al hortera con dinero a ampliarse al hortera a secas, retetinado ya no es sólo algo muy sucio sino cualquier cosa o persona especialmente ‘reconcentrada’, pleno de esencias, casi nunca positivas.

En este sentido, y a efectos del cambio climático o cuando menos, de este octubre que tanto nos recuerda a los calores de junio, las diferentes mierdas perennes de lo alto de Correos estarían ‘retetinás’ en el sentido de recalentadas y por tanto, mucho más potenciadas.

Por lo demás, y aunque un servidor no es ningún experto mierdólogo, da la impresión de que esos mojones, con perdón, son humanos o cuando menos de un gran danés (de un perro, no de un nórdico de 1,90). Alguien debería limpiar la zona un lustro de estos.

Pero dejemos asunto tan escabroso para dar una noticia apreciable desde esas alturas, porque por fin la Junta de Andalucía, después de años de abulia administrativa, ha cogido el toro por los cuernos y mayormente, los kilos de basura acumulados en los jardines de Correos y los ha mandado, suponemos, a tomar viento a Los Ruices.

Sin duda habrá sido una mañana dura de trabajo para quienes les cayó el marrón pero supone un gran paso para la Humanidad.

A partir de ahora, lo acertado sería no dejar que pasaran los años hasta que la porquería se volviera a retetinar pues ésta, ya sabemos, no sólo se acumula sino que, tan lejos como estamos de los glaciares, se recalienta.