El biólogo Antonio Román, experto en especies invasoras, pone el ejemplo del Ayuntamiento de Zaragoza, que ha erradicado a los 700 ejemplares de cotorra argentina que tenía con disparos de balines. La Policía Local del municipio acordonaba el parque y dos operarios, a una distancia corta de tiro, acababan con los ejemplares. Él es partidario de eliminar así los «núcleos nuevos que aparezcan», por ejemplo en Antequera. «La mejor forma para frenar el crecimiento es usando balines», dice.

En su opinión, es el método con el que menos sufre el animal. También hay otros métodos, pero considera que se somete a un gran estrés al ave y, al final, el resultado puede ser el mismo. «Pones redes o trampas, capturas las cotorras, el animal dentro de una trampa ya está sometido a un estrés grande, tienes que cogerlo con la mano y transportarlo, ¿adónde?, lo puedes esterilizar y liberarlo. ¿Ahí no sufre el animal? En otros casos, una vez se las captura, y después de someterlas a un gran estrés, se gasean. Eso lo hacen en otros países y la cotorra, al final, acaba muerta», dice. Por tanto, los balines son el método más efectivo y menos cruento.

En el caso de la ciudad de Málaga, señala, hay experiencias en otros países como, por ejemplo, esterilizar los huevos cubriéndolos de resina, elemento que mata al embrión, aunque es menos eficaz. «Eso funciona en un porcentaje determinado de los nidos. Hay muchas hembras que se dan cuenta de que los huevos no están bien y hacen una puesta de reposición. Eso sería mucho más caro, porque tienes que visitar un nido varias veces para comprobar si la parafina ha actuado bien o no». Al actuar sobre los nidos, «esa curva ascendente reduciría la pendiente, la enlentecería. No es una solución para acabar con la cotorra, pero sí para controlar la población». Sin embargo, él opta por los balines, sobre todo en colonias recién formadas.

En Madrid, afirma, se cuenta incluso con el apoyo de Ecologistas en Acción y cree que cualquier medida del Ayuntamiento debe pasar por una campaña de educación y concienciación «para informar de por qué se hace esto, no es un odio a las especies exóticas ni a la cotorra, conlleva consecuencias que debemos evitar y cuanto antes se actúe más barato será para todos». Alerta, por cierto, de la introducción de otra especie invasora, los loros de kramer, de los que hay cien en Málaga, que están causando serios estragos a una especie de murciélago protegida en Sevilla (el nóctulo), y pide actuar contra ella.

En Málaga, Román destaca que hay grandes colonias en Guadalmar, el Paseo del Parque, Alameda de Colón y Carranque, y pequeños núcleos en Puerto de la Torre, El Atabal (unas 20), Carretera de Cádiz y El Palo.

Este año, el Máster de Diversidad Biológica y Medio Ambiente estrena la asignatura de Invasiones Biológicas y destaca que el Departamento de Biología Animal de la UMA está desarrollando el nuevo Atlas de Aves Reproductoras.