Los vecinos de un bloque de cuatro plantas en Dos Hermanas casi han tenido que esperar a que el barrio cumpla 60 años para estrenar ascensor. Ocurrió ayer en el bloque número 9 de la calle Concejal Masso Roura, un edificio de cuatro plantas en el que viven 30 familias.

Como ayer explicaba la concejala socialista Begoña Medina, «a cambio de apoyar el Polo Digital, el grupo municipal socialista pidió que se incorporaran partidas presupuestarias para obras como esta de Dos Hermanas».

El ascensor, que ha costado alrededor de 66.000 euros, ha sido costeado por el Instituto Municipal de la Vivienda y los vecinos al 50 por ciento, informó Joaquín Jiménez, presidente de la comunidad de propietarios, que dijo sentirse «contento y orgulloso por todas estas personas que se lo merecían».

«Durante seis años pagaremos 25 euros de comunidad», precisó José Aguilar, expresidente del bloque y quien hace justo diez años inició las gestiones para conseguir el ascensor.

Ayer tuvo lugar la inauguración, con la asistencia de Carlos Ariza y Almudena Núñez, en representación del IMV.

No es un ascensor cualquiera porque tiene detrás una década de lucha vecinal por conseguirlo. De hecho, en marzo de 2009 La Opinión publicó el reportaje 'Atrapados en un bloque sin ascensor', que retrataba la vida en este edificio, en el que por entonces vivían dos personas parapléjicas, dos vecinos que habían sufrido infartos graves, un invidente, un vecino con una prótesis en la rodilla y una adolescente con numerosas operaciones en las piernas.

El caso más sangrante era el de Rosa Franquelo, que en 2009 llevaba ocho año sin salir de casa, salvo para el entierro de su marido y las visitas al hospital en ambulancia. «Hacen falta tres personas para bajarla», comentaba entonces su hijo Manuel.

Como recordó José Aguilar, muchas de estas personas con problemas de salud, incluida Rosa, ya fallecieron, pero por lo menos será de utilidad para los vecinos que ya son mayores y también para aquellos con hijos pequeños.

El periplo administrativo les llevó a solicitar la instalación con subvención a la Junta de Andalucía, pero esta ayuda tardó muchos años en llegar, pese a los compromisos de varios delegados de la Vivienda. Cuando por fin llegó, la necesidad de instalar ascensores en más bloques frenó la instalación, recordó José Aguilar.

Finalmente ha sido el Instituto Municipal de la Vivienda el que ha hecho posible este sueño colectivo. «Para mí es una alegría muy grande», reconoció José Aguilar. Terminaron diez años por los despachos. Va por Rosa Franquelo.