Carlos Hernández Pezzi ha muerto esta tarde a causa de una grave enfermedad que le fue diagnosticada hace tres meses y le había provocado un rápido deterioro físico. De hecho, apenas tuvo tiempo de recibir tres sesiones de quimioterapia antes de su fallecimiento en el Hospital Carlos Haya. Hernández Pezzi ha muerto a los 70 años y recién jubilado, este arquitecto, de mente inquieta, agudo, con una notable visión humorística de la realidad y siempre inteligente. El velatorio será en la sala 26 de Parcemasa, teniendo prevista una ceremonia el domingo a las 12.00 horas, en la sala 3 del cementerio.

Si se les preguntan a muchos periodistas de Málaga se referirán a una anécdota protagonizada por él y que es un buen ejemplo de su carácter. Era una rueda de prensa normal. Convocada por Hernández Pezzi, en ese momento viceportavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Málaga. Una rueda de prensa como tantas que se celebran en el Consistorio. Sin embargo, los periodistas se iban a encontrar con una sorpresa. Usando un muñeco de un pitufo con bastón y un Bart Simpson con patinete quiso mostrar la diferencia entre el PP y el PSOE. Pocos periodistas podrán recordar una rueda de prensa de hace seis años, pero eso no se le ha olvidado a nadie y muestra un rasgo fundamental de su carácter: una irreverencia total, un carácter casi ácrata, que interpelaba con inteligencia a los demás. No era un político al uso, ni cómodo ni acomodaticio. De hecho, su aventura con el PSOE, después de ser fichado por María Gámez. Enfrentado a la portavoz socialista y marchándose del grupo municipal para terminar el mandato como concejal independiente.

Las conversaciones con este arquitecto, que llegó a ser presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España entre 2002 y 2009, siempre eran sorprendentes. No se ajustaba a ninguna línea 'oficial' de pensamiento. Era capaz de descubrir nuevos aspectos de cualquier tema y abrir un debate inesperado que hacía reflexionar. No era una persona sobre la que se podía dar por sentado lo que pensaba. Su inteligencia siempre estaba en movimiento. Combatió duramente el proyecto de la torre en el Puerto de Málaga, pero también defendió el derribo de La Mundial y el proyecto de Rafael Moneo para ese espacio. Se alió con el PSOE, se marchó del grupo municipal, estuvo como concejal no adscrito y siendo azote del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, dardo de su humor mordaz y sarcástico, para presentarse en 2016 para la lista al Senado con Unidas Podemos.

En realidad, el corsé de los partidos no iba con su personalidad. Siempre necesitaba un espacio de libertad para moverse y crear. Con una sonrisa en el rostro, alguna ironía en la recámara y un pensamiento alternativo a la grisura de las líneas oficiales, su paso por política fue siempre un soplo de aire fresco. Eso sí, con algunas polémica siempre sobrevolando, fruto de la acidez de su humor, como cuando ironizó sobre el monumento a San Juan Bosco que hay en Fuente Olletas.

Como arquitecto desarrolló su labor en la Diputación de Málaga y es el autor de edificios como el Complejo Deportivo de la Universidad de Málaga (1994) y el Centro de Ciencia y Tecnología del Parque Tecnológico de Andalucía (2002). Su inteligencia le permitió desarrollar también una sólida carrera como teórico de la arquitectura y del urbanismo. De hecho, sus últimas preocupaciones y estudios se centraban en el impacto del turismo en las ciudades y cómo podían afectar a la estructura social y desarrollo futuro.