El sacerdote malagueño don Manuel Gámez ha fallecido esta noche, después de varios días hospitalizado que le impidieron asistir a la inauguración de la rotonda que lleva su nombre junto al monte del Calvario, el pasado 3 de octubre.

Muchos se quedarán con su imagen de sonrisa amable, buenos modales, pelo blanco y gafas grandes. La imagen con la que muchos nos lo hemos cruzado por la calle, o visto dirigir la Coral de Santa María de la Victoria, o acompañando a su hermandad del Monte Calvario. Los que tuvieron más suerte de conocerlo recuerdan su humildad a la hora de hablar de su aportación, su curiosidad y bandas de aportar siempre algo mejor, su gusto por le buena música, buen humor y calidez en el trato. Don Manuel Gámez se ha ido a los 92 años, dejando detrás un importante legado, que tuvo dos centros de actividad: la ermita del Monte Calvario y la Catedral de Málaga.

Aunque nacido en Fuengirola, la labor principal de Manuel Gámez estuvo en Málaga capital y con la música como principal elemento. Desde que salió del seminario ya ordenado sacerdote, fue designado profesor de música y opositó para maestro de capilla en la Catedral. Pero su carrera musical no se quedó ahí, siempre inquieto, curioso y con ganas de mejorar, fundó la Coral Santa María de la Victoria en 1969.

Esta Coral fue el germen de su incansable promoción de la música sacra, siempre planteándose nuevos retos y buscando la excelencia. Esta labor le fue reconocida en 1988, cuando con la Coral Santa María de la Victoria obtiene el premio a la mejor labor musical del año que concede el Ayuntamiento de Málaga.

Además, Manuel Gámez fue presidente de la Comisión Diocesana de Arte y Música Sagrada y delegado de la Comisión de Apostolado Litúrgico, director del Museo Diocesano de Arte Sacro, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga y compuesto gran cantidad de obras musicales. Su labor a favor de la música le lleva a fundar la Escolanía Santa María de la Victoria y a dirigir la Coral Santa Cecilia de Alhaurín de la Torre.

Renovador de la Semana Santa de Málaga

La ermita del Monte Calvario siempre ocupó un lugar especial en el corazón del padre Gámez. Su reconstrucción tras la Guerra Civil se debe en buena parte a su voluntad de recuperar este espacio de culto, movilizando a muchas familias malagueñas y atrayendo a muchos jóvenes a la llamada que suponía recuperar la ermita.

Este espacio fue además el pulmón de los aires renovadores que dieron la vuelta a la Semana Santa de Málaga entre los años 70 y 80. Con la fundación de la Hermandad del Monte Calvario se atrajo a una gran cantidad de jóvenes al movimiento cofrade, lo que supuso un paso adelante en la mejora de las procesiones, la organización interna de las hermandades, de la estética y de la comprensión espiritual del hecho cofrade. Manuel Gámez estuvo en el centro de esa renovación, siendo uno de sus impulsores junto al, también desaparecido, Jesús Castellanos, Juan Rosén, Fali de las Peñas y Manuel Mendoza, como algunos de los nombres más representativos de esa nueva hornada. Y siempre con el padre Gámez como inspirador.

Aquí su faceta de vestidor fue clave para entender la introducción de nuevas propuestas estéticas que venían a enriquecer la Semana Santa de Málaga. Vestidor de la Virgen de la Paloma desde 1964, es con ella cuando se empiezan a ver en Málaga nuevas formas de ataviar a la imagen de la Virgen. Manuel Gámez supo mirar a Sevilla con curiosidad y buen gusto, adaptando formas y tendencias a la idiosicrasia malagueña. A partir de ahí, todo empezó a cambiar en Málaga y sigue cambiando, dando el impulso a un movimiento cofrade moderno mucho más rico en expresiones artísticas y estéticas, más cuidado y más consciente de su papel.

La hermandad del Monte Calvario, que hoy vive un día triste, es quizá una de las máximas expresiones de su concepción cofrade. Siempre se ha destacado por su esmero y cuidado en todas sus formas. Cada detalle se piensa por su simbolismo y mensajes que aporta. La estética se convierte en un medio fundamental para afianzar el mensaje cristiano y eso es una impronta muy personal de Manuel Gámez, que ha calado en generaciones de cofrades.

Esa especial faceta cofrade le llevó a ser delegado de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Málaga y pregonero de la Semana Santa de Málaga en 1980. Además, ha predicado en numerosos cultos y a impulsado la presencia en Málaga de artistas andaluces de las distintas disciplinas del arte sacro y cofrade.