La provincia de Málaga sufre en propias carnes el fenómeno de esa España vaciada, con el fantasma de la despoblación al que las administraciones empiezan a hacer frente de una manera cada vez más visible. Ayuntamientos como el de Genalguacil, en pleno Valle del Genal y con unos accesos complejos para la mayoría de los visitantes, inauguró con el inicio de este mandato una concejalía específica, mientras que la propia Diputación de Málaga acaba de poner en marcha una oficina que, a través de un grupo de trabajo, impulsará «acciones concretas», especialmente dirigidas a las mujeres y la juventud.

En Málaga, el viaje hacia las áreas que demográficamente se empiezan a desangrar tienen nombre y apellidos. Como cabeceras de comarca, Antequera perdió en la última década casi 3.900 habitantes. Al caminar por sus principales calles son decenas los locales comerciales que han puesto el cartel de «se alquila» o «se vende». No es casual. Y Ronda cedió, en el mismo periodo, otros 2.500 vecinos. La radiografía del éxodo masivo hacia el litoral costasoleño, con más oportunidades de trabajo y emprendimiento, también es desolador en determinados pueblos. En la Axarquía, Canillas de Aceituno perdió un tercio de su población, al pasar de 2.300 a apenas 1.600 personas empadronadas. Y el otro caso más llamativo, en la Serranía de Ronda, lo representa Jubrique. Bajó también en un tercio su cuota de vecinos, al bajar en diez años de 800 a apenas 560.

En el extremo opuesto, los más de 10.000 habitantes que sumaron en una década Benalmádena, Marbella o Mijas, así como los incrementos, de 8.000 y 9.000 personas, respectivamente, de Vélez-Málaga y Rincón de la Victoria. Otras áreas con gran crecimiento, las metropolitanas Cártama o Alhaurín de la Torre, las también costeras Fuengirola, Torremolinos y Estepona, y hasta la capital, que sumó 4.500 habitantes a su padrón.

El paradigma del crecimiento lo representó Benahavís, al duplicar de 3.800 a 8.000 su población. Pero también subieron por encima del millar de habitantes sus cuotas localidades como Manilva, Alhaurín el Grande o Casares. Muchos de estos municipios, en plena incertidumbre sobre el brexit y ante la posibilidad de una marcha masiva de residentes británicos, ya tomaron también medidas para retener sus números. Por ejemplo, en Mijas, el departamento de extranjeros abrió una oficina específica para resolver dudas sobre la situación de quienes poseen la nacionalidad británica.

Este aspecto es significativo porque, incluso en plena zona costera y siendo la perla turística de la comarca de la Axarquía, Nerja cedió en una década más de 500 habitantes, frente a la tendencia que en los diez años anteriores situó al municipio por encima de 20.000 habitantes. Así se situó en números absolutos similares a los de Cortes de la Frontera, Archidona, Almogía, Periana o Álora, que también «dejaron ir» a medio millar de personas en ese periodo.

Los regidores de los municipios con pérdidas porcentuales de más de un 15% de su población coinciden en destacar la importancia de las comunicaciones en este fantasma de la España vaciada. Dentro de la Axarquía se hallan en ese rango Salares, Arenas, Alfarnate y Alfarnatejo. Precisamente no destacan por la facilidad de sus accesos, a través de serpenteantes carreteras que con las lluvias invernales experimentan todo tipo de incidencias y de cortes.

En la Serranía de Ronda, junto a Genalguacil, con esa delegación específica para compensar la pérdida de habitantes, también cedieron un cupo significativo de habitantes los términos de Igualeja, Gaucín, Benarrabá, Jimera de Líbar, Algatocín o Faraján. Son municipios en los que se trabajará, mediante acciones concretas, por parte de la Diputación. Para hacerlas realidad en los presupuestos de 2020, la diputada responsable del Área de Ciudadanía y Atención al Despoblamiento del Territorio, Natacha Rivas (PP), ha reunido en un grupo de trabajo a personal técnico de todas las delegaciones de la institución provincial, incluidos departamentos como los encargados del capítulo económico o de los recursos europeos y las nuevas tecnologías, además de portavoces del Área de Turismo y Planificación Costa del Sol.

Impulsar el «cheque bebé» en el ámbito rural, propiciar ayudas a los emprendedores de los pueblos pequeños, apoyar a la industria agroalimentaria (especialmente azotada este año en cuanto al sector cárnico en localidades del interior como Benaoján o Colmenar) y promocionar las rutas de la Gran Senda de Málaga son premisas irrenunciables, según Rivas. Pero asimismo se plantea una mejora de las infraestructuras, entre ellas las carreteras del interior, mediante el nuevo Plan Vía-ble.

Asimismo, la dirigente del PP ha incidido en la necesidad de que se propicie en este asunto el entendimiento de las «cuatro fuerzas con representación en esta institución provincial». Así se subraya «que es un problema que hay que abordar de manera conjunta». Y como primer paso, a finales de este año se va a organizar un ciclo de jornadas de carácter formativo, dirigidas a personal de los propios ayuntamientos, «sobre buenas prácticas y oportunidades en el ámbito rural para contribuir a fijar la población del interior de la provincia».

Seguro que a dicho ciclo formativo asisten el alcalde de Genalguacil, Miguel Ángel Herrera (PSOE), o bien la flamante edil delegada de Despoblación, Marta Calvente. Es la primera responsable municipal de una delegación con este cometido en la provincia, aunque sí que existen en áreas de Zamora o de Teruel, con altas tasas de pérdida de habitantes. «En medio siglo hemos pasado ya de 1.500 a apenas 500 habitantes», justifican.

Otras localidades serranas, tal y como ya propiciara Cartajima, hicieron un llamamiento para recibir a familias con niños para evitar que se cerraran sus unidades escolares. En el caso del municipio aludido, a principios de 2016 recibieron más de 300 solicitudes, hasta de Portugal o Suiza, porque se ofrecía «trabajo y vivienda» sin coste por parte del Ayuntamiento.

Hay consistorios, como el de Sayalonga, que en su día también tomaron partido en la lucha por preservar la única sucursal bancaria que había en el pueblo. Y es que en determinados pueblos del interior no se ha podido retener ni siquiera un cajero para evitarles desplazamientos a jubilados o turistas.

«La despoblación va a ser nuestro caballo de batalla», dijo el presidente de la Diputación, Francisco Salado, en su investidura. Ojalá que la Málaga vaciada gane la partida.