Entre la hora del aperitivo matinal y la de la merienda-cena, el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Pablo Casado, estuvo en tres ciudades andaluzas: Málaga, Granada y Jaén. Para ser exactos, en su primer destino Pablo Casado se quedó en las afueras de la capital malagueña. En la intemperie en la que empieza y termina el mastodóntico templo de las medicinas de una empresa farmacéutica, el líder del PP y el presidente de la Junta, Juanma Moreno, se 'vacunaron' contra la política sanitaria del PSOE.

Antes de que lo llevaran a comer a un chiringuito, con la pertinente foto en la barca del espetero, Pablo Casado llegó a vincular «al Gobierno fantasma de Pedro Sánchez y a su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que era la consejera de Salud andaluza, con las 'vacunaciones fantasma' de 800.000 andaluces». «Es un escándalo que exige una explicación urgente por parte de Susana Díaz y de la ministra Montero; el PSOE andaluz no solo ha ocultado a los vacunados de la gripe, sino también a 500.000 andaluces de las listas de espera para ir dopados a las elecciones y a 34.000 dependientes en lista de espera para recibir la prestación».

Como en un decorado con esas hechuras se antojaba inevitable, el líder del PP desgranó las grandes líneas del programa sanitario con el que acude a la reválida del 10-N. En concreto, enumeró cinco puntos: reducir las listas de espera a un máximo de 30 días para la primera consulta en la que se decida la intervención diagnóstica o quirúrgica; una cartera básica de servicios; una tarjeta sanitaria única en todo el país; una cartilla de vacunación nacional «para evitar casos como el de Andalucía»; y libertad de elección de médico y hospital.

La intervención de Casado vino a completar la introducción que le sirvió en bandeja Juanma Moreno, cuando interrogó a su antecesora, la socialista Susana Díaz, para saber «quién, cómo y cuándo dio la instrucción para aumentar un diez por ciento el índice de vacunación de la gripe en Andalucía y quién tenía la intencionalidad política de ocultar los datos reales».

Rodeado de vacunas y medicamentos de verdad, Moreno encontró en esta denuncia la perfecta aliada para desmontar las críticas que se están vertiendo contra el funcionamiento del SAS que ahora gestiona el cacareado Gobierno del cambio: «Es poco razonable, poco sensato, que nos exijan a un gobierno que solo lleva diez meses que arreglemos los problemas que se han ocasionado en los últimos diez años».