La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre tiene una mística especial. La tradición en España gira alrededor de la festividad de Todos los Santos, en la que se recuerda a los difuntos y se les lleva flores a sus tumbas. Sin embargo, en el mundo anglosajón pesa más la fiesta de Halloween, que mezcla las historias de fantasmas con una parte más lúdica de caramelos, disfraces y fiesta. Sea como fuere esta noche es especial en todo el mundo. Es la noche de las ánimas y de los muertos, lazo en común entre las distintas tradiciones.

Muchos ya tiene preparado, también en Málaga, su disfraz más terrorífico para salir: brujas, esqueletos, vampiros, fantasmas... mañana las calles malagueñas se inundarán de personas difrazadas. Pero más allá de los disfraces, Málaga ofrece un buen ramillete de historias de fantasmas y de miedo, siendo el cementerio de San Miguel uno de esos espacios donde el misterio y la leyenda se dan la mano. Estas son cuatro de las historias más populares.

La novia cadáver

El cementerio de San Miguel es uno de esos lugares que esconde muchos secretos oscuros y el cuál no querrías pisar por la noche sin compañía. En este cementerio hay varias historias de fantasmas, entre ellas Carolina, una novia que fue plantada por su novio en el altar. Este hecho causó que muriese en 1928 a causa de una granulia pulmonar (tuberculosis) que en su momento se achacó a "un mal de amores". Varios vigilantes de seguridad del cementerio aseguran haber visto a una mujer vestida de novia caminando entre sus calles. Las leyendas populares señalan que Carolina vengó el abandono en el altar con la muerte de su novio una semana después de su ella.

Antoñito

Otro peculiar caso ocurrido en este cementerio es la historia de Antoñito, el "niño fantrasma". Un bebe que apenas murió con 14 meses a causa de una leucemia. Muchos son los que afirman a ver visto el espectro de "un niño de luz" que corretea por las calles del cementerio. Pero antes de hablar de este niño hay que conocer al llamado Hermano Pepito, que vestido de monje estuvo más de 30 años cuidando el camposanto. El monje asegurá que tuvo que acudir a una vidente la cuál le dijo que el niño necesitaba caramelitos para endulzar su ánima ya que en su corta vida había sufrido mucho.

Todo comenzó una noche en la que el Hermano Pepito tuvó que dormir en una de las capillas del cementerio. Sobre las 2.00 horas de la mañana, cuando se dirigía a rezar, escuchó la voz de un niño que decía "Mama, Mama". Al principio creyó que se trataba de uno de los gatos que suele vagabundear por el cementerio, pero que según se iba acercando al nicho del niño asegura que era el lamento de un crío que salía del interior de la caja. "Me paré frente a su lápida y comencé a rezar hasta que la voz dejó de gemir. Esto ocurrió varias noches", aseguró el monje en su momento. Tras dar a conocer esta historia, muchas personas se acercaron a la tumba del niño para dejarle encima ropas de bebé, agua, leche, gusanitos, caramelos... Se dice que amanecían abiertos y mordisqueados.

La pequeña María Marta

Al igual que Antoñito su nicho se llenó de juguetes pero por un motivo completamente distinto. Cuenta la leyenda que esta niña es capaz de solucionar los problemas de parejas cuando se encuentran en crisis. Esta niña que murió a pronta edad recibe en su tumba muchas cartas de personas que le piden que interceda en su relación. Testigos aseguran a ver visto el cuerpo inerte de la pequeña, entre ellos algunos vigilantes del cementerio.

El párroco Don Eliseo

Existen testigos que aseguran haber visto vagando por las callejuelas del camposanto a un hombre mayor vestido con hábitos monacales. En un principió se pensó que podría ser el Hermano Pepe pero este quedó soprendido debido a que la descripción coincidía con la de Don Elíseo. Un párroco encargado de la capilla de San Miguel y que había muerto en enero de 1946.

Ya cada uno que eliga si quiere creerse o no estas historía, pero la visita al cementerio de San Miguel en la noche de Halloween puede ser el plan perfecto para los mas atrevidos que no tienen miedo de nada. Aquellos que prefieran mantenerse alejados de este mundo cojan un disfraz y salgan a la calles en busca de diversión en la noche más tenebrosa del año o no.