Más de 1.400 directivos de alto nivel se han dado cita en la mañana de este jueves en la XVIII edición del Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), que tiene lugar desde primera hora hasta bien entrada la tarde en el Palacio de Ferias de la capital. Figuras de primer nivel del empresariado y la intelectualidad española participan en un encuentro de gran importancia para analizar los retos globales a los que se enfrentan las empresas. Entre ellos, se ha analizado el auge de los populismos, la incidencia de la digitalización, las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, el Brexit, el desarrollo sostenible y el cambio climático y, cómo no, las elecciones generales del 10 de noviembre y el clima de inestabilidad institucional en el que vive instalado el país desde hace algunos años.

Una idea, de cualquier forma, ha sobrevolado todas las intervenciones: más importante que la cuenta de resultados y los beneficios de los accionistas, son los valores sociales, la cohesión, la lucha contra la desigualdad y la reversión e imbricación de las corporaciones empresariales en el territorio que las acoge. Lo que antes de llamarse responsabilidad social corporativa era el humanismo empresarial, evitar esa ausencia de valores que en 1929 y en 2008 llevó al borde del abismo a muchas familias y al mismo capitalismo, que se enfrenta también a todos esos retos y que necesita volver a su forma más humana para poder seguir siendo el paradigma preponderante.

Así lo ha expresado, por ejemplo, Javier Solana, presidente ESADEgeo-Center for Global Economy and Geopolitics, que ha estado acompañado en su charla por Shlomo Ben-Ami, vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para La Paz. "Hemos de formar un triángulo entre la globalización, la digitalización y los valores; si ese triángulo no lo haces hermoso, vamos a tener problemas muy serios. Hemos de incorporar el concepto de valores, sin valores el proceso va sin rumbo". Hablaba Solana de geopolítica, pero también de gobernanza empresarial. "La UE tiene la obligación de imponer el concepto de valores", ha dicho.

Antes, ha destacado que los bienes públicos globales como el cambio climático, la paz, la seguridad y la estabilidad financiera han de ser gestionados por instituciones globales, como tras el crack de septiembre de 2008, cuando se recuperó el G-20 para gestionar la caída. La globalización, para él, es positiva y va a seguir en la agenda, pero es su velocidad la que generar sus dudas, "porque Estados Unidos no quiere globalización". Además, ha criticado a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y su guerra comercial con China, de la que ha dicho que su evolución "no va a seguir hacia la democracia, sino hacia el capitalismo".

Ben-Ami, por su parte, ha indicado que la democracia y el capitalismo llevan en su código genético la inestabilidad y habrá un cambio después de Trump, "y las economías grandes deben buscar otro camino, Estados Unidos lleva el camino más negativo posible", en referencia a su cada vez más notoria ausencia de los acuerdos comerciales internacionales. "Que Estados Unidos se retire lo que hace es que el espacio lo ocupe China, que no puede existir ya sin la globalización", ha dicho, para advertir de que el populismo no nace del vacío, sino de "las fallas del sistema", muchas de ellas éticas y morales, como ocurrió tras 1929 y 2008, con la pérdida de regulación. "Hay diferencias entre capitalismo con responsabilidad y uno salvaje, que es el que hay que corregir". Ambos han teorizado sobre las reformas a las que debe someterse el capitalismo y han alertado de que el pacto social se ha roto. "La revolución de ahora, la robotización, es un salto diferente porque cambia de forma radical el mercado laboral y tenemos la necesidad de un pacto social nuevo", ha dicho Ben-Ami y si la revolución no viene desde arriba, lo hará desde abajo.

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La élite del empresariado español, en el Palacio de Congresos

Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), en clave nacional, cree que "ha llegado el momento de que la clase política, después del domingo, los llamados a gobernar y abhacer una oposición responsable, se sienten en una mesa y hablen de las cosas del comer, como las pensiones". "Hay que exigir responsabilidad y que se empiece a hablar de lo que nos une y no de lo que nos separa". Ha solicitado, por tanto, que haya un Gobierno, "el que quieran los españoles", para destacar luego que los populismos están hoy poniendo en entredicho la misma existencia de la propiedad privada. También ha considerado que hay que prestigiar la figura del empresario y ha recordado que hay en España mucha economía sumergida, el 22%, frente al 13% de Europa, lo que pone de manifiesto que hay mucha más presión fiscal que la que se asegura, por lo que la política del Gobierno nuevo ha de ser combativa en ese sentido. También ha reclamado unidad de mercado, infraestructuras y reformas educativas.

Asimismo, ha señalado, en cuanto a la relación de la empresa con el entorno y la sostenibilidad, que las empresas que tienen futuro "ponen a las personas en el centro, porque cuando haces eso llega el dividendo", eso antes se llamaba humanismo, ha defendido, se ha mostrado preocupado por el Brexit y el alejamiento del multilateralismo a escala mundial y ha mostrado su apoyo al empresariado catalán, afectado, claro, por el proceso independentista.

La primera ponencia de la mañana ha corrido a cargo de Jordi Gual, presidente de CaixaBank, quien ha señalado que las empresas tienen una responsabilidad, una función social, con el entorno y la sociedad a la que sirven. "La rentabilidad no debe ser el objetivo directo", ha dicho, sino "contribuir al bienestar de los clientes y de la sociedad", poniendo como ejemplo el papel social que juega la fundación de la Caixa.

La posición cortoplacista perjudica a las empresas. Son las que miran a largo plazo las que tienen menos volatilidad en los ingresos y aseguran a los accionistas un mayor beneficio. Además de poner a las personas y sus necesidades en el centro de su política, ha dicho que "la legitimidad del sistema está en juego y hemos de contribuir a que se recupere la confianza en el mismo", sistemas democráticos asediados por los populismos, los aspectos más inhumanos de la globalización o el tratamiento poco ético de los datos personales en el seno de la revolución digital. Los populismos, ha indicado, ofrecen "respuestas aislacionistas, generan identidades colectivas artificiales que sirven de refugio a la población", aunque estos, la digitalización y el cambio climático, transformaciones vertiginosas han provocado, por ejemplo, el aumento de los niveles de malestar social, retos que de una forma u otra incidirán en las cuentas de las empresas a corto plazo, pero hay que volcarse en la persona y en la relación con el entorno. Otra vez los valores.

El liderazgo, por Antonio Banderas

Antonio Banderas, el actor internacional malagueño, ha disertado sobre liderazgo en una intervención que ha trufado de anécdotas personales, como el cansancio acumulado por su presencia continua en festivales de todo el mundo para promocionar el filme de Almodóvar, su apuesta personal por el teatro del Soho y los ensayos del musical que estrenará próximamente y sus inicios en el mundo del cine. Ha dicho que, tras hablar con varios empresarios malagueños, a los que vio glosar hasta la emoción cómo hablaban de su éxito en términos de empleo generado y personas que hacen progresar sus empresas, sabe que un líder no es alguien que impone su criterio, que tiene carisma y gracia, no es un héroe o un iluminado; sino alguien "sino alguien con capacidad de hacer que aquellos que le rodean saquen lo mejor de sí mismos".

El actor ha puesto el ejemplo de Málaga, una ciudad que se piensa a sí misma en grande desde hace mucho tiempo y que ahora ha pasado de las palabras a la acción. Él mismo es empresario y ha ironizado con los riesgos financieros que ello conlleva, aunque hay valores más importantes que eso, por ejemplo perseguir el sueño que tuvo en su juventud, algo que también ocurre con los empresarios.

El acto ha sido inaugurado por el alcalde, Francisco de la Torre, quien ha animado a los directivos a conocer Málaga no solo desde el punto de vista turístico, sino también de las posibilidades de inversión empresarial y ha destacado el carácter cálido y hospitalario de la urbe, sobre todo en cuanto a cercanía personal. También ha intervenido en la apertura Antonio Luque, presidente del Comité Técnico del Congreso, que ha dado la bienvenida a los asistentes, quien ha señalado que el éxito de su empresa, DCOOP (la antigua Hojiblanca), se debe a que muchas personas "han superado los personalismos y los localismos", como debe ocurrir en la sociedad española para construir un futuro mejor.