El megayate de lujo Octopus ha vuelto a Málaga. La embarcación, que fuera propiedad del fundador de la empresa Microsoft Paul Allen -fallecido en octubre del pasado año-, realiza escalas en el puerto de la ciudad con cierta regularidad, donde es sometida a trabajos de mantenimiento antes de navegar por el mar Mediterráneo.

Del buque destaca su magnitud y alto nivel tecnológico. Sus ocho motores diésel y dos hélices lo impulsan hasta alcanzar los 20 nudos de velocidad y una potencia de más de 19 mil CV. Valorado en una cifra cercana a los 300 millones de euros, se trata del octavo barco más grande del mundo con sus 126 metros de eslora. El Octopus es un yate de recreo, en su interior alberga submarinos de control remoto, siete lanchas, una pista de baloncesto, y una piscina con un fondo de cristal. En sus camarotes pueden pernoctar hasta 26 personas, a los que se suman las 60 que conforman la tripulación.

Desde su creación en 2003 ha sido empleado como salón de negocios, lugar de fiestas y conciertos, estudio de sonido profesional -Mick Jagger grabó en él algunas canciones de su disco Superheavy en 2011-, o para expediciones científicas -pues cuenta con dos helicópteros y dos minisubmarinos-. Es más, en 2015, realizando una de esas exploraciones localizó en las profundidades del Mar de Sibuyan uno de los grandes navíos de la flota japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.

Paul Allen llegó a tener como propiedad otros cuatro yates de gran valor, como el Meduse, Charade, el Copa América One World, o el Tatoosh, éste último, que suele portar un helicóptero en su cubierta, se pudo ver fondeado a finales de octubre frente a las costas malagueñas. El pasado septiembre, la embarcación principal, el Octopus, fue puesto en venta por los herederos de Allen por un precio de salida de 295 millones de euros.