¿Qué lectura hace del 10-N?

Soy optimista por como se está respondiendo desde las candidaturas, pero al mismo tiempo estoy muy preocupado. Normalmente se habla de las dos Españas. Esperemos que ninguna nos hiele el corazón, sobre todo ahora que hemos constatado que como mínimo son tres, tres bloques. Por una parte tenemos los bloques de izquierda y derecha, y, por otra, un bloque territorial, que no solo se ha hecho más fuerte que nunca, sino también más fragmentado. En Europa no hay ningún parlamento en el que estén representados tantos partidos infraestatales. Además, no solo tenemos las dos líneas de confrontación tradicionales (izquierda-derecha y centro-periferia), sino que en cada una de ellas nos encontramos con los dos extremos radicalizados. Se ha hecho fuerte Vox, en la extrema derecha (ultraliberal y recentralizadora), pero también ha entrado la CUP (anticapitalista y secesionista), aparte de haber crecido Bildu y JxCat. Estamos en una situación endiablada, con el Congreso más fragmentado y más polarizado de nuestro actual período democrático. Al menos, Podemos ha abandonado su populismo originario, y ya no prefiere la calle a las instituciones.

Si tras el 28-A le dicen que Vox en Málaga casi empataría con el PP en segundo lugar, ¿se lo cree?

Sí. Es algo que no se esperaba para las Autonómicas andaluzas de 2018, pero a partir de ahí el crecimiento de Vox se daba por descontado. La cuestión estaba en la capacidad que tuvieran los demás partidos del sistema para neutralizar el auge de una fuerza reaccionaria y antisistema como esta.

¿Dentro de qué lógica entra que dos días después PSOE y Unidas Podemos firmaran el acuerdo al que no llegaron antes?

No era previsible. Por desgracia, tenemos unos líderes políticos poco previsibles y muy cortoplacistas. Pero entra dentro de la lógica democrática. Sin ser previsible, no ha sido una sorpresa dada la situación tan excepcional que estamos viviendo. A mí no me ha sorprendido. Resulta alentador ver que, en tan corto espacio de tiempo, hayan anunciado un acuerdo de mínimos y que están dispuestos a materializarlo, sobre todo después de lo discutido entre ellos tras la moción de censura y una vez celebradas las elecciones de abril.

¿Puede funcionar la fórmula de Sánchez e Iglesias como dique de contención de la ultraderecha?

No solo ellos dos. Estamos en una situación en la que dos fuerzas políticas son insuficientes para cualquier ambición que tengan. Pero sí es un paso necesario.

Casi todos los partidos culpan al PSOE del auge de Vox por la repetición electoral y desde la izquierda se señala a PP y Cs por blanquearlo en la Junta, ¿hay un verdadero culpable?

La culpabilidad es un término que tiene connotaciones religiosas. Lo que hay son responsables. Y los dos argumentos son correctos. Si no hubiéramos tenido elecciones en noviembre, Vox no habría disfrutado la posibilidad de subir hasta 52 escaños. Ahí hay una responsabilidad compartida entre Iglesias y Sánchez. Pero no es menos cierto que tanto Cs como PP lo han blanqueado, lo han legitimado, lo han normalizado, y eso es peligroso.

¿Cómo puede afectar el 10-N a pactos como el de Andalucía?

Vox está esperando a ver en qué queda la sesión de investidura y si tenemos o no legislatura. Pero con 52 escaños y lo que significa en términos de capacidad de bloqueo institucional y presencia en las mesas de la comisiones parlamentarias y la propia mesa del Congreso, lo previsible es que Vox quiera hacer valer ese peso específico en el ámbito autonómico. Su posicionamiento va a resultar más intransigente que hasta ahora, pues parece que ha mantenido un tono bajo para no hacerse notar demasiado. Su estrategia habría sido exitosa.

Es experto en estudios sobre emigración y, precisamente, Vox obtiene más respaldo donde viven más inmigrantes, ¿cree que el éxito del partido de ultraderecha está ayudando a despertar ciertos sentimientos de racismo?

De la misma manera que es cierto que Vox ha crecido mucho en municipios y provincias con presencia significativa de inmigrantes, también lo es que hay otros espacios homologables en lo que no ha crecido con la misma intensidad. Eso quiere decir que el fenómeno migratorio no está directamente relacionado con el crecimiento de Vox, que se ha alimentado sobre todo de la desafección política de la ciudadanía, de su indignación con la clase política y el funcionamiento del sistema. Y, por encima de cualquier otra consideración, de la situación que se vive en Cataluña. También es cierto que mientras Vox había dejado más al margen su racismo xenófobo en las campañas anteriores, en esta lo ha hecho más visible. Y eso se ha convertido en un elemento de movilización de cierto sector del electorado. Del mismo modo, hay otro sector del electorado de Vox al que no ha movilizado este elemento, sino los otros que mencionaba.

La campaña electoral ha coincidido con los disturbios en Cataluña y la exhumación de Franco, ¿cómo han podido influir estas cuestiones en el votante?

La exhumación de Franco no parece que haya movilizado nada. Ha habido mucho debate público, pero no parece que hayan quedado restos en las urnas. Desde luego, la situación de Cataluña ha sido un elemento central. Y Abascal ha sabido erigirse en el portavoz de toda la derecha, lo cual es muy preocupante porque Cs y PP han competido con él a ver quién sostenía un discurso más intransigente y exclusivamente represivo. Esto ha movilizado mucho voto.

¿De qué estado de salud goza ahora mismo el bipartidismo?

Parecía que, al convocarse las elecciones para el 10-N, empezaba a recuperarse. Y la verdad es que ha revertido la tendencia a la baja, pero muy poco. PP y PSOE siguen sumando menos del 50% de los votos, desde el 84% de 2008. Estamos ante una nueva realidad. En 2015 se puso fin al bipartidismo imperfecto que teníamos desde que se aprobara la Constitución. Hoy no es previsible volver a ese escenario. Según como lo hagan PSOE y PP, podrán tener mayor presencia en todo el territorio nacional, pero España ha pasado a ser multipartidista. Estamos en una situación inédita: cinco partidos de ámbito nacional con representación de al menos 10 diputados en el Congreso de los Diputados; según cómo evolucionen Mas País y Cs, podríamos encontrarnos con entre cuatro y seis, pero no parece que vayan a ser menos. Otra cuestión, imprevisible, es que se den procesos de convergencia como Unidas Podemos recientemente o como el propio PP de la mano de Manuel Fraga. Es lo que Casado ha planteado embrionaria pero infructuosamente con España Suma.

¿Sería posible que funcione una gran coalición en España?

Que funcione sí es posible. Otra cosa es que los resultados sean preferibles a los que se derivarían de que no lleguemos a esa gran coalición, sino a la que se está fraguando. Desde la lealtad institucional, la confrontación (que no crispación) revierte en beneficio de la democracia. Y sería inédito en Europa una gran coalición en la que el partido más votado no sea el conservador. En las experiencias que tenemos, siempre ha sido la socialdemocracia la que ha cedido. En España es la situación inversa.

¿Le ha hecho un flaco favor Íñigo Errejón a Pablo Iglesias al crear un partido a última hora?

El discurso de Errejón es consistente, pero probablemente se ha equivocado al presentarse en tantas circunscripciones como lo ha hecho. Inicialmente dijo que solo se presentaría en las circunscripciones en las que no haría daño a la hora de aplicar el sistema electoral en la asignación de escaños. Finalmente se ha presentado en más circunscripciones de las que aconsejaban los datos. Eso ha hecho que se mermen las posibilidades de la izquierda, fundamentalmente de Unidas Podemos, de obtener más representación que la que habría obtenido de no haberse presentado Errejón con Más País.

¿Hubiera cambiado algo si PP y Ciudadanos concurren a las urnas unidos en España Suma?

Claro que sí. Habrían obtenido más representación. También es cierto que, de la misma manera que el sistema electoral produce efectos automáticos y con los mismos votos habrían obtenido más representación, los ciudadanos somos seres racionales, y electores de uno u otro partido podrían haber dejado de apoyarlo por discrepar de esa alianza. Uno de los elementos de fortalecimiento de Ciudadanos fue, justamente, su ataque frontal al PP como partido que había sido percibido, en gran medida, como copartícipe de una corrupción sistémica. Algunos electores de Cs no habrían visto con buenos ojos esa coalición. Lo que el sistema electoral habría favorecido por una parte lo habrían penalizado esos electores por otra. No se sabe cuál habría sido el resultado de ese instrumento. En el año 2000 se planteó entre el PSOE e IU, y los resultados no fueron los que se esperaban, entre otras razones, porque los ciudadanos obraron en consecuencia; no todo es respuesta del sistema electoral.

Imagine que se celebran otros comicios nacionales ahora, ¿sería de nuevo Vox el partido que más sube o ya ha tocado techo?

Vox subiría más y eso, precisamente, permite entender que en menos de 48 horas PSOE y Unidas Podemos hayan presentado un acuerdo en los términos en los que lo han hecho. Como en el poema de Borges, nos los une el amor, sino el espanto.